viernes, 3 de abril de 2009

OGROS. (Método infalible para abatirlos).

El ogro es un animal que vive perdido en el mismo cuento. La actividad preferida del ogro es gruñir cuando el mundo no se adapta a sus deseos. O sea, siempre. Por eso su relación con humanos suele ser escasa y poco gratificante para ambos. Al ogro le gusta llevar la razón a todas horas y no soporta que nadie le contradiga. Exige sumisión. Debajo de la piel del ogro suele habitar un niño insatisfecho. La insatisfacción del niño que vive en el interior de la piel del ogro se podría deber a una pérdida grande. Un padre o una madre que se fueron antes de tiempo. También incluso la pérdida del pueblo donde nació porque se lo tragó un pantano. Cosas así. A los ogros les gusta mucho que cada cosa esté en su sitio y que haya un sitio para cada cosa. Maniáticos del tiempo, desfilan por la vida con horarios estrictos y puntualidad militar. De hecho no soportan el más mínimo cambio. Exigen que se les cuente el cuento de siempre con la misma entonación y las mismas pausas.
Una persona razonable jamás le dará al ogro la oportunidad de gruñir. Bajo ningún motivo discutirá con él. Esto inquietará en grado sumo al ogro acostumbrado a que le opongan al principio una cierta resistencia. Es posible entonces que el ogro lance un atisbo de gruñido, una especie de regurgitación a caballo entre el gruñido propiamente dicho y un gesto de sorpresa. La persona razonable, sin perder la sonrisa inicial con que enfrentó al ogro, se quitará con gracia la chistera, meterá en ella el atisbo de gruñido del ogro y pronunciará las primeras palabras que se le ocurran. Total, diga lo que diga, el resultado va a ser el mismo. De la chistera saldrá un espíritu patafísico que rápidamente adoptará la figura del niño que fue la persona razonable y se pondrá a jugar con el ogro. El ogro no tendrá la más mínima posibilidad de salir victorioso de tan desigual combate. A medida que vaya perdiendo cromos, irá dulcificando su rostro y sus palabras hasta acomodar su continente a la lectura del cuento de siempre que la persona razonable leerá con entonación dodecafónica y pausas ad libitum.


(Nota de extrema importancia: La persona razonable le contará al ogro su cuento de siempre, como acto de cortesía hacia el niño insatisfecho que vive dentro, para después, poco a poco, contarle otros cuentos con otras voces. Sin embargo la persona razonable se mostrará inflexible en la manera patafísica de contar el cuento de siempre al ogro. La entonación dodecafónica y la distribución aleatoria de pausas son elementos innegociables).


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