viernes, 28 de febrero de 2014

LA VIDA COMO PROYECTO.


Dar sentido al sinsentido.

El sentido está en las pequeñas cosas.

Las pequeñas cosas son trascendentes.

Trascendencia, engaño necesario.

viernes, 21 de febrero de 2014

LA INMOBILIARIA DE LOS ITALIANOS DE OJOS CLAROS CON CELENTANO AL FONDO


 
El que Celentano no supiera que era Celentano hasta que no vino a mi casa para venderla no tiene la más mínima importancia. Tampoco yo sé por dónde va a discurrir una historia hasta que no ponga la palabra “fin”. Juntar palabras, que formen frases que constituyan párrafos, no significa que haya una historia. Puede que sí o puede que no. Celentano estuvo mucho tiempo sin tener su propia historia  y no por eso dejó de ser Celentano.

En mi caso, lo único que puedo hacer es seguir acarreando palabras como una hormiguita y llegar al punto y final. Lo más probable es que, cuando lea de corrido el relato, me dé cuenta de que tampoco he contado una historia. A lo peor me deprimo un poco, pero lo más seguro es que le dé a cortar al ratón, lo lleve a la carpeta de “Deshechos” y me quede sólo con la frase inicial donde digo que Celentano no sabía que era Celentano hasta que no vino a mi casa para venderla.

Para saberlo, es imprescindible que Celentano y mi mujer encuentren trabajo. Celentano en la inmobiliaria de los italianos de ojos claros que está en la avenida de enfrente de nuestra antigua casa. Mi mujer dando clases de pintura en la universidad popular del pueblo de al lado donde imparte su taller de escritura creativa el escritor desconocido.

Quizás por eso las historias también reciben el nombre general de “relatos”, porque todo está relacionado. Hay unos personajes, cada uno en su universo, y unos acontecimientos que hacen que esos universos, tan distintos y lejanos, confluyan.

La inmobiliaria de los italianos de ojos claros formaba parte de un emporio de nueve agencias y cuatro bancos que fueron instalándose en la avenida muy poco después de comprar la antigua casa. Eran los tiempos felices del ladrillo.

Los italianos de ojos claros solían frecuentar el bar que le hacía la competencia directa al bar de mi vecino en la acera de enfrente. Eran cuatro más Celentano quien, al ser oriundo del pueblo, no le hacía falta tener los ojos claros. Vestían trajes modernos; pantalones de pitillo, chaquetas de tres botones, zapatos italianos y una corbata del mismo color que los delataba como vendedores de una gran inmobiliaria.

Celentano era completamente distinto a los demás. Su aspecto rústico contrastaba con la elegancia intrínseca quienes se sabían descendientes de los emperadores que conquistaron el mundo. Sin embargo Celentano era el único cuyo nombre remitía al emperador más culto y refinado quien, a pesar de haber nacido en Hispania, siempre se consideró un griego. Adriano Celentano no era elegante ni culto ni refinado ni tampoco disponía de una sonrisa para conquistar el mundo pero, a cambio, volvía locas a las mujeres los fines de semana mientras vendía mi antigua casa...

martes, 18 de febrero de 2014

HISTORIA Y SANTIDAD.



SAN FELIPE II DE HABSBURGO Y DEL SAGRADO CIERRE DE FROTERAS. TECNÓCRATA TEOLÓGICO, PATRÓN DEL OPUS Y EL P.P.

viernes, 14 de febrero de 2014

EL ESCRITOR DESCONOCIDO, MI HIJA MEDIANA Y YO

(Extracto)



- ¿Y no te has planteado papi, que a lo mejor el relato no es tu género?
-Vale que no pueda escribir, como me gustaría, novelones de quinientas y pico páginas… ¿Pero tampoco relatos?

- Podías escribir más corto.
- Esquelas funerarias, por ejemplo.
- Los diálogos no se te dan mal.
- Eso no es escribir.
- Un diálogo bien construido puede definir muy bien una situación o a un personaje. Yo me siento muy identificada con la manera en que aparezco.
-Tú eres mi hija y me importa un bledo si te sientes identificada o no. Yo quiero escribir en largo, inventar historias que aparentemente hablen de mí pero sin ser yo, con personajes como el escritor desconocido y la cajera de supermercado que me sirvan para que pueda irme por los cerros de Úbeda cuando se me antoje, haciendo todas las digresiones que me dé la gana, sin someterme a ninguna regla. Y además odio estar poniendo guiones cada vez que habla alguien.
- Es lo que estás haciendo ahora.
-Porque no tengo más remedio. No sé por dónde salir.

Mentira, sí sé por dónde salir. Con una digresión donde hablaría de que mi incapacidad para escribir un novelón de quinientas y pico páginas se debe a que no creo que a estas alturas de la Historia se puedan contar historias. Para que haya una historia que contar tiene que haber un tiempo lineal y un mundo estructurado. Un tiempo inocente y antiguo. Un tiempo teológico. Pero estamos a comienzos del siglo XXI. El tiempo se ha hecho relativo, los dioses nos abandonaron hace tiempo y el mundo cada vez es más incomprensible. ¿Qué sentido tiene darle sentido a un mundo que no tiene sentido? ¿Qué sentido tiene otorgar solidez y seguridad a un mundo inconsistente, regido por el principio de incompletitud? Contar una historia es ponerle una cara ficticia y un nombre falso al caos. Somos piezas de un rompecabezas a la búsqueda de un modelo que no existe. Imposibilitados para la certeza, nos movemos en las arenas permanentes de la duda, convirtiendo cualquier movimiento en un espasmo, cualquier avance en una convulsión que no hace otra cosa que hundirnos más.
Sólo desde la inocencia más absoluta o desde el más absoluto de los cinismos se puede contar hoy una historia. Sólo desde el analfabetismo cultural de un público infantilizado es posible tragarse una historia repetida hasta la saciedad y contada siempre de la misma manera, como cuando niños nos contaban el mismo cuento para que nos durmiéramos.
Historias mágico-medievales, intrigas femenino-policiales, amores orientales, catedrales a mares, vientos ancestrales, ficciones espaciales…

- Como coartada no está mal.
- No entiendo.
- Pues está muy claro. Por un lado, desprecias los vanguardismos experimentales y por otro lado, te mueres de envidia porque el escritor desconocido sí puede escribir novelones de quinientas y pico páginas y tú no y, como es así, porque es así, te montas la coartada intelectual de un mundo caótico donde contar historias es imposible.
-¿Y a ti quién te ha dado vela en este entierro?
-Tú. Me estás convirtiendo en tu excusa preferida para escribir otro relato más sin historia. Deberías estarme muy agradecido.
- Muchas gracias.
- Papi, me voy a llevar “El arte de amar” de Fromm. “El malestar en la cultura” te lo dejo en exclusiva para ti.
- Llévatelo también, te lo regalo. Y a ver si, a cambio, algún día me regalas un libro que me diga cómo contar historias. A lo mejor aprendo algo.
- Lo dudo. Tú no quieres aprender a contar nada. Te sientes muy bien así, haciendo como que te quejas e inventándote una relación de amor-odio con el escritor desconocido.
- Muy sicoanalista te veo yo a ti.
- Mi dinero me cuesta. Yo también tengo derecho a resolver mi relación de amor-odio contigo.
- ¿Y desde cuándo tienes una relación de amor-odio conmigo? Me acabo de enterar…

EL ORACULILLO DEL PORQUERO

MENOS REFLEXIÓN Y MÁS PENSAMIENTO.

domingo, 9 de febrero de 2014

LA CIUDADANA INFANTA DOÑA CRISTINA Y LA REVOLUCIÓN FRANCESA.


La ignorancia es un lujo que sólo los ricos pueden permitirse. Es más, es un lujo necesario para no ver la cruda realidad. De verla, se correría el peligro de sentirla y entonces es posible que tomaran conciencia y no pudieran beber champán impunemente. Para los pobres, sin embargo, la ignorancia es una condena que los encadena para siempre a la sumisión.

La crisis cumple la función esencial de desvelamiento. No es posible vivir con una minoría depredadora y una mayoría empobrecida y desahuciada. Se produce entonces, como antesala de la explosión, un cambio en el imaginario social. De la imitación hortera y bobalicona de peluquería de barrio, con su prensa rosa, se pasa a los símbolos por excelencia de la reparación social: la guillotina y la barricada.

Una de las consecuencias urbanísticas que trajo la revolución francesa fue convertir en amplios bulevares las estrechas calles donde el pueblo colocaba todos sus muebles y enseres impidiendo el paso de las fuerzas represoras. Hoy es muy fácil desplegar tanques en las calles. Sin embargo resulta imposible reprimir las velocísimos avenidas de Internet por donde circulan libremente todas las informaciones que constituyen una prodigiosa barricada frente a la información uniforme del poder.

De la guillotina empezamos a ver sus benéficos resultados en la persona de la ciudadana doña Cristina sometida al interrogatorio exhaustivo de un juez. La ciudadana infanta se ha declarado ignorante y tonta de remate. La ciudadana infanta Doña Cristina aún ignora que su ignorancia  es un lujo que ya no puede permitirse.

viernes, 7 de febrero de 2014

LA MEDIDA DEL AMOR.

Una palabra de amor tuya bastará
para engañarme.

miércoles, 5 de febrero de 2014

POR QUÉ LOS ACTORES Y LAS ACTRICES NO DEBEN TENER HIJOS ENTRE ELLOS NI DE COÑA


 
Me resulta muy duro decirlo, pero ha llegado un momento en mi vida en que es preferible decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Y esta verdad es la siguiente:

Las relaciones sexuales entre actores y actrices deben ser puramente recreativas. Jamás reproductivas. Bien es verdad que dicha verdad se ve atemperada, en parte, porque nuestro oficio acoge generosamente en su seno a un número nada desdeñable de homosexuales actores y actrices homosexuales, pero aun así la dura norma general, antes citada, les sería asimismo aplicable porque, cuando he dicho relaciones sexuales no reproductivas, he cometido una fragrante imprecisión. En realidad, lo que quiero decir es que las relaciones sexuales interpersonales, homosexuales o no, deben ser efímeras y circunstanciales, sin ningún atisbo de estabilidad. Escarceos, coqueteos, devaneos, espolvoreos…todos los que se quieran y más. (Por algo nuestro oficio tiene el placer de ser muy rumboso en cuanto al uso y disfrute del cuerpo, siendo la envidia de clérigos reprimidos, perversos, pichaflojas o pederastas).

Ahora bien, en el momento en que alguna actriz, compelida por su legítimo deseo de maternidad, o algún actor, acuciado por un insano deseo de dejar alguna huella en el mundo, quisiera ser madre o padre o simplemente pretendiera tener un relación estable y formar una familia más o menos convencional, sería muy deseable que pescaran en aguas más profundas y tranquilas que no tuvieran nada que ver con el artisteo.

Músicos, poetas, malabaristas, artistas plásticos, danzarines, dramaturgos, cantautores, actores, son oficios con muy pocos beneficios, no solo desde un punto de vista coyuntural (esta crisis galopante que se está llevando todo por delante) sino también estructural. En España no hay nada que hacer. Este es un país de toreros, mises y futbolistas millonarios con una superpoblación muy cualificada de artistas pobres.

Para que un actor o actriz pueda desempeñar su trabajo sin la angustia que la escasa práctica de su oficio procura, debe chulearse a sí mismo o dar un braguetazo.

Chulearse a sí mismo o a sí misma significa que el histrión o la histriona dedique una parte considerable de su tiempo a labrarse un porvenir que le provea de una entrada continua de dinero y así, de esta manera, pueda entregarse a su verdadera vocación, si no de forma exclusiva sí, quizás, intensiva. Para ello, lo más recomendable es trabajar lo más autónomamente posible. No depender de ningún jefe. Taxista autónomo, decorador, fontanera, pintor de brocha gorda, albañil, carpintero, ebanista, sastra, profesora de clases particulares, prostituto fino, prostituta selecta, son oficios en donde uno puede establecer su propio horario con cierta flexibilidad.

En cuanto al braguetazo, como su propio nombre indica, se trata de enamorarse de algún notario o farmacéutica, profesiones que acarrean abundantes y continuos ingresos en la cuenta corriente. Aquí se produce un equilibrio absoluto en la contraprestación ya que, en general, las notarias y los farmacéuticos no son seres que sobresalgan precisamente por lo divertido de sus profesiones mientras que los actores y las actrices son seres muy dados a lo festivo. (Resulta muy significativo que cuando se reúnen entre ellos para darse premios, envidiarse y fotografiarse juntos, dichos encuentros reciban el nombre de Festivales). Notarios, farmacéuticas, registradoras de la propiedad o agentes inmobiliarios no disponen, sin embargo, de estos felices encuentros.

El equilibrio queda plenamente asegurado entre el histrión y la farmaceútica, por ejemplo. “Yo te introduzco en el mundo del glamour y la apostasía y, a cambio, tú me das seguridad a través de tu aburrido dinero”. Bien puede ser la frase que selle una alianza eterna.

¿Qué impide pues, que durante está armónica relación no pueda la actriz procrear varios hijos del notario y desarrollar plenamente su profesión mediante el recurso de alguna nodriza?

¿Quién pude impedir, por otro lado, que el actor no introduzca en el vientre virgen de la farmacéutica la semillita que la haga la mujer más completa y realizada del mundo mientras él obtiene aplausos sin fin en los escenarios?

¿Qué obstáculos debería sortear una pareja homosexual compuesta por actriz- registradora o notario-actor para que su vida no fuera coser y cantar? Ninguno, salvo los efímeros momentos en que gobierne la ultraderecha y ni aun así pues, gracias a las redes sociales, nos enteramos rápidamente de qué pie cojean los políticos que aparentemente no cojean ¡El mundo virtual es un patio de vecinos donde todo se acaba sabiendo!

Mucho podría alargarme sobre un tema tan sugerente y que estoy seguro servirá de ayuda a mis compañeros y compañeras muy jóvenes quienes, llevados por una lógica ilusión, creen que podrían vivir del histrionismo valiéndose exclusivamente de sus habilidades perfomativas. Por desgracia sucede en contadísimos casos.

Más les vale que, en previsión del negrísimo futuro que les espera, saliesen del ensimismado mundo del artisteo y la dramaturgia y empleasen una porción razonable de su tiempo a viajar a los mundo exteriores y allí se relacionasen con estudiantes de notaría o farmacia. Quién sabe.

 

lunes, 3 de febrero de 2014

NACIMIENTO DEL NACIONALISMO


Primero es una anécdota(a uno lo nacen), más tarde una querencia, después un símbolo que se convierte en síntoma y al final una categoría.