viernes, 24 de julio de 2009

DE UN COCHINO MEXICANO A SU COMPADRE HISPANO.

¡Órale compadre!, que me da mucho gusto poder platicar con usted gracias a la deferencia de su amigo el licenciado Porquero de Agamenón que gentilmente me cedió su espacio para comunicar con usted y decirle que es para mi un honor dirigirle esta salutación.
Ya sé que el señor Porquero lo tiene a usted a dieta de palabras por “ignominiosa intromisión en su espacio cibernético”. Lo pongo así prendidito con pinzas gráficas porque estas fueron las meras palabras que pronunció su amigo en el patio de la casa azul en la que vivieron la señora doña Frida Khalo y el señor don Diego Rivera.

Yo lo acompañé a la dicha casa y, una vez que la hubimos remirado bien, su amigo quiso convidarme a un refrigerio en el patio. Allí me habló de su existencia y de la relación bien padre que los une por lo mucho que se deben mutuamente y lo acoplados que se hallan. También me dijo que, de vez en cuando, usted también escribe en su blog y que suele ser más pinche y radical que él mismo. La última vez hizo usted notorio, sin su consentimiento, un escrito bien duro contra la cultura oriental que lo tachimboleó bastante. “No puedo permitir que mi cochino amigo me voltee la imagen cada vez que le salga de la pura madre. Se ha pasado tres pueblos”. La primera frase no la puede recordar tal y como la dijo pero la última sí, que me llamó la atención eso de sobrepasar los pueblos cuando se quieren referir ustedes a que alguien es abusivo. Debo confesarle que leí su comentario mordaz con gran gusto y diversión pues ¡Híjole que la verdad habló por su boca y que estoy fraternalmente de acuerdo con usted en toditas las partes y subpartes de lo que escrituró!

También debo confesarle que, mientras me platicaba acerca de usted, noté un cierto compungimiento en su alma, por lo que puedo asegurarle que el señor Porquero lo quiere a usted bien y a mí me daría mucho gusto que se avinieran los dos e hicieran las paces como buenos compadres. El señor Porquero anda estos días muy sensible por lo sucedido en Puebla que fue donde lo conocí y adonde fue a pronunciar una conferencia titulada “Los cerdos mexicas no son miedicas”. Todo iba repadre con el público entregado por lo mucho que se reían de sus mitos y sus ocurrencias cuando, saliéndose del tema principal, se dedicó a despotricar contra la religión católica aseverando que los conquistadores españoles fueron muy pinches y putos contaminando a los mexicas con su cristiana religión y que mejor hubiera sido que se hubieran dedicado a atiborrarse de frijoles y todo tipo de moles como el mole poblano, el chile ennogada y demás exquisiteces en vez de adoctrinarlos.
Querido compadre hispano, el señor Porquero la chingó, pues no sabía el mala honda que Puebla es una ciudad muy mocha y que no se andan con chiquitas en asuntos religiosos. Luego luego de su despotrique, comenzó una chiflera morrocotuda con la gente pateando el suelo, abucheándolo y mentándole a la madre aunque también es cierto que hubo una minoría de público encabezado por mí y por algunos compadres marranos que empezamos a aplaudir y a gritar “Torero, torero”. Incluso hubo una dama muy pinturera y arrojada que pidió para él las dos orejas y el rabo. La cosa acabó como el rosario de la Aurora como dicen ustedes por allá hasta el punto que hubo que separar a algún que otro remacho que quería llegar a las manos con otro que estaba al lado.
Querido cochino compadre, le cuento esto para que vea que su señor Licenciado los tiene bien puestos, cosa que aquí en México le damos mucho valor y más cuando su amigo, con palabras muy medidas y educadas, puso fin al altercado pidiendo perdón a los que hubiera podido ofender. Sólo me queda decirle que salió por la puerta grande del salón de conferencias de la municipalidad de Puebla y que todo lo sucedido fue reflejado al día siguiente por todos los periódicos poblanos. El muy pendejo de su Porquero se está haciendo bien famoso por estas tierras. Mucho gusto me da participarle a usted de las andanzas de su amo y también mucho gusto me daría a mí que volvieran a juntarse y a tener puritas pláticas como buenos compadres.
Sólo me queda decirle a usted que lo espero aquí en México con todas mis patitas abiertas por si a usted le diera por jalarse para acá, pues que sepa que aquí tiene su establo bien acomodadito para usted. Atentamente se despide el marrano mexicano.


2 comentarios:

Alicia dijo...

Algo fantasioso pero bien escrito; me ha entretenido un rato (y eso ya es bastante) ;-)

Un beso,
Alicia

El Porquero de Agamenón dijo...

Estimada señorita.
I-Muchisimas gracias en lo poco que a mí me concierne.Este cochino mexicano es todo un descubrimiento.Espero que mi supuesto amigo el cohino hispano no se me encele ni soliviante.
II-Tiene usted toda la razón.Incluso se ha quedado corta.El escrito es bastante fantasioso.El cariño que me tiene mi nueva amistad ha hecho que dulcifique bastante los hechos acaecidos durante la conferencia.Es más cierto que tuve que salir más bien por patas que no por la puerta grande aunque sí es verdad que estoy cosechando cierta familla de conferenciante mitológico que, si todo va bien, es posible que se me invite a finales de setiembre a la republicana Francia.
Allí instalaré mi epicentro en La Rochelle y extenderé mis testículos por la comarca vecina.Se me ha insinuado que incluso daré un ciclo en la elegante Paris.¡Ojalá los dioses me sean propicios!
III-Por otro lado, como bien sabrá usted,Hispanoamérica es terreno abonado a la fantasía, cuna del maestro Borges y demás aventajados alumnos que instauraron el realismo mágico o fantástico, que de las dos formas se puede decir.
IV-Pero claro, ahora que me doy cuenta,usted ha escrito fantasioso y no fantástico con lo que ya no sé que pensar.En fin
Reciba usted en su fantástico cuerpo un real beso del Porquero.