miércoles, 25 de febrero de 2009

VELOCIDAD Y TIEMPO.

En nuestra veloz carrera hacia la modernidad, nos hemos dejado la educación en alguna curva.

4 comentarios:

Tordon dijo...

Estimado señor Porquero:
Entre divertido y halagado he recibido la nutricia ensalada “místico-porcina-filosófica” que a modo de “recontra-comentario” me remite, y he degustado con satisfacción el amargo aderezo con el que sazona sus apocalípticas argumentaciones, ese condimento elaborado a base de ira contenida (pero mal disimulada) y dispersas elucubraciones llenas de prejuicios.
Y en agradecimiento sincero, (y como única manera de “desfacer” el batiburrillo ideológico de su beligerante misiva), me veo en la imperiosa necesidad de utilizar para responderle el socorrido desglose numérico por el que usted profesa tanta devoción.
1.-Es evidente que su cochino se comporta como un cerdo, al presuponer, sin ningún conocimiento de causa, las intenciones de los que nos acercamos a su espacio virtual y en el que depositamos -como ofrendas- nuestros comentarios. ¿De qué ciénaga extrae ese cerdo mofletudo la ridícula suposición de que nuestro interés consiste en afilarnos las uñas? En todo caso, le ruego tenga a bien comunicar a su intrépido puerco que nuestro empeño se limita a afilar los cuchillos para su cada vez más cercano sanmartín. Es un “gocho-pelota”, y no lo digo por su palmaria orondez, sino por su evidente deseo de ser complaciente con la mano que le suministra las bellotas. ¿A qué viene esa forzada referencia que relaciona el “pensamiento débil” de Vattimo con las orejas de Dumbo?¿A qué se debe esa reiteración en la declaración de los “valores eternos” del radicalismo y la incorrección?
Pero bueno, Sr. Porquero, ya sabe usted que a su amigo el gocho, en virtud de sus excelencias culinarias, yo le perdono todo. Más bien me inclino a pensar que usted lo tiene un poco mimado, y que el animal, con esos halagos hacia su persona, tan solo pretende reiterarle su cariño y su fidelidad, aunque para ello tenga que echar mano de falaces conjeturas sobre sus contertulios blogueros.
2.- Lo suyo sí que me preocupa un poco más: Yo le hablo de “tufillo”, y usted me confirma el “hedor sulfuroso”; yo le hablo de “trasnochados”, y usted se postula como un admirador de los mismos; Yo le hablo de “anticlericalismo decimonónico” y usted suma a lo precedente su sentimiento ateo y antimonárquico. Y llegados a este punto, mi duda es la siguiente ¿Cuál es el problema? Usted debería haberse limitado a felicitarme por el acierto de mi descripción, por mi claridad expositiva, por haber llegado, sin pretenderlo, a la comprensión de su “no creencias” más íntimas. Sin embargo, lejos de ser así, parece como si le molestase que yo le recordara su condición, como si usted hiciera de su ideología una cuestión vergonzante, como si no aceptara la sola mención de su credo incrédulo.
3.-Algunos argumentos, como los de “la santidad”, o los de sus tres admirados “Filósofos de la Sospecha”, chirrían en los oxidados engranajes de épocas pretéritas en las que gozaron de excesivo predicamento.
4.-Solo le faltó a usted, estimado Porquero, reivindicar “la lucha de clases”, “la fase sádico-anal”, el “Dios ha muerto” y el “proletarios del mundo, uníos”.
5.-Por otra parte, usted me recrimina no haberme enterado de las esencias ocultas que su certera frase atesoraba. Y yo me pregunto: ¿No será que usted se expresa con excesivo oscurantismo? Y es que, cuando leo un blog, necesito- para entender algo- que la exposición de la idea sea clara y no percibir esa desagradable sensación de que el autor nos está proponiendo un acertijo.
6.- Odio los acertijos, los crucigramas y los sodokus.
7.- Probablemente tenga usted razón y entienda yo poco de mujeres. Pero aun en el caso de que su premisa fuera incierta, nunca haría yo gala de tales conocimientos en público: Ya sabe que, en cuanto a las damas, los caballeros solo nos permitimos hablar de nuestros fracasos.
8.-No hablo de discrepancias en la “forma gramatical”, estimado Porquero, sino de la “forma de expresión”, de la estética del giro. ¿No le recuerda su frase a esa otra tan conocida de la liturgia católica que dice “y una sola palabra tuya bastará para sanarme”?
9.- No prejuzgue y sobreentienda mis posiciones respecto a la religión. Probablemente se equivocaría. Porque soy de los que pienso que el verdadero ateo jamás habla de la divinidad, ni de la religión, para él son cosas ajenas, no pierde el tiempo en cuestiones absolutamente tangenciales a su existencia. Por eso siempre me resulta sospechoso cualquier intento de proselitismo inquisitorial “inverso”. Es más, creo que -para su desgracia-, lo políticamente correcto en la actualidad es declararse ateo. El anticlericalismo es un argumento fácil y poco arriesgado, y compruebo que la utilización repetitiva del mismo en su discurso, no está a la altura de su demostrado talento.
10.-Y recuerde que una chica que sea guapa de veras no tiene que andar explicándoselo a los demás todos los días.
Y que mi comentario nada tiene que ver con nerviosismo alguno, solo trato de ser objetivo.
11.- Con sus trienios, quinquenios y demás complementos, lo único que demuestra es que, aparte de una edad madura poco receptiva a la tolerancia, posee una mentalidad funcionarial.
12.-Tampoco elucubre con mis hipotéticos defectos treintañeros o cuarentañeros. Tal vez nuestras edades sean más próximas de lo que usted se piensa.
13 .-(y último, tengo que marchar al trabajo).- En definitiva, querido Porquero, que he pasado un rato muy divertido leyendo su comentario .
Independientemente de cuáles sean sus ideas y su umbral de tolerancia a la crítica, siempre le profesaré la admiración y el respeto que creo que se ha ganado en buena lid.
Saludos cordiales
Tordon
PD: ¡Ah, se me olvidaba! Eludiendo cualquier interpretación poco atinada sobre el tema educativo que hoy propone, permítame señalarle que los coches rojos de la foto son muy bonitos.

El Porquero de Agamenón dijo...

Estimadísimo señor Tordon:
Al borde mismo de la ruptura epistemológica conmigo mismo y con el rufián de mi cochino amigo que se entromete y malmete en mis relaciones epistolares con el mundo exterior, procedo a contestar su magnífica respuesta. Dada la longitud y la complejidad de lo que usted inteligente y arteramente, a veces, interpreta de mis palabras, me resultaría imposible contestar punto por punto sus aciertos y sus desaciertos. De manera que, tras leer atentamente su carta, he decidido prescindir de la nomenclatura romana y de su carta misma para que de mí salga automáticamente lo que supongo más me ha llegado.
Una de ellas es que, evidentemente, Dios hace tiempo que murió en mí y que no me ocasiona ningún problema su muerte de la misma manera que tampoco me produce ningún daño su pervivencia en millones de seres, siempre y cuando no me quieran imponer ni su modo de pensar ni conducirse por la vida. Pero convendrá conmigo en que, tras cientos de años de inquisiciones y hogueras, no es como para fiarse de los monoteísmos. (¡Pobre Eluana¡) Ni tampoco, por supuesto de su tendencioso uso del latín, en el caso particular del cristianismo, en cuya cultura me he criado. Le pido disculpas por no haber elegido mi nacimiento. (“Virtus” no significa virtud como “religio” tampoco significa religión). Si ellos pervirtieron y acomodaron a sus intereses el latín, no veo yo por qué no me voy a apropiar de sus frases y acomodarlas a mis intereses que son situarme en el mundo y afilar uñas y cuchillos conmigo mismo aunque, en este caso me sirva de usted, de su cultura y de su inteligencia. Me afilo y me acuchillo a mí mismo, pero no voy por ahí convenciendo a nadie de nada. Digo lo que pienso y nada más. Soy esa flor extraña y solitaria que usted descubrió en el desierto. Eso es todo. Para todo lo demás relativo a la religión, le remito a lo escrito por mí anteriormente. Le recuerdo que lo que usted lee son escritos de hace un par de años y que dada la temporalización de la lectura en Internet, es posible que haya conceptos aparentemente oscuros (no es mi intención) que quedarán aclarados en posteriores entradas. De todas formas, es evidente que hay una contundencia en mi modo de decir, que puede resultar hiriente, aunque no sea esa mi intención. Básicamente lo que usted lee son ejercicios de estilo que buscan la precisión textual y conceptual (que lo consiga o no eso ya es otro cantar). Por lo que le vuelvo a reiterar que he encontrado en usted al lector ideal, precisamente porque no me conoce. De todas formas, a lo mejor debería revisar algunas opiniones trasnochadas y posmodernas sobre mis trasnochados padres con los que a veces comulgo y otras no. No he conocido junto a Cioran y algunos más mejores cuchillos donde afilarme. Está claro que no con los señores Disney, Spielbeg, Váttimo(demasiados suaves y blanditos para mis fauces.¿De verdad que no se le ocurre ninguna relación entre el pensamiento débil y el infantilismo galopante de peterpanes voladores que asolan los mundos reales y virtuales?)
Yo no sé qué es lo propio de caballeros y damas y cuáles deben ser sus relaciones y protocolos.
Yo de lo que hablo es de la conquista y del combate. Hablo de la lógica del vampiro. Drácula era extremadamente educado.

Tordon dijo...

Estimado Porquero:
Reconozco -nobleza obliga- que las cosas que usted cuenta son muy interesantes y magníficamente escritas.
Saludos cordiales.
PD: Piense en mis críticas como una simple actualización del "Ludus Magnus"

El Porquero de Agamenón dijo...

Estimado señor Tordon:
I-No sólo pienso en sus críticas sino que necesito de ellas.
II-Me despido de usted afectuosísimamente hasta la próxima tirada del juego de los abalorios.
Alius magister ludi.