
Mientras checaba su maleta en el aeropuerto y la miraba con fijeza maya, también recuerdo que me refirió unas palabras bien padres “La maleta, pues que no, pero si me pesan el alma, ciertito que tengo que pagar por overhuei”. Y es que al señor licenciado México se le ha metido en las pinches honduras y de ahí no se lo van a jalar nunca. Y luego luego me dio una abrazadera tan fuerte que todavía estoy reponiéndome al tiempo que me encarecía que les dijera a ustedes lo que tantito les estoy relatando desde las puras meninges. Así que ya saben ustedes que, si no se deja ver por su bloguera, no es por incuria ni vagancia sino por el tránsito pinche por el que está pasando.
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