lunes, 22 de agosto de 2011

VACACIONES EN EL MAR III. EL NO VIAJE A LONDRES.


Una semana antes de iniciar el crucero, mi mujer recibió de un alumno la oferta de pasar dieciséis días de agosto en Londres. Ni un día más ni un día menos. En primer lugar, el lugar se hallaba en Londres por aproximación. Concretamente distaba cinco minutos en coche del aeropuerto de Gatwick. Según la información del alumno, alquilar un coche era poco menos que imprescindible ya que el sitio estaba muy mal comunicado. O sea que, si queríamos ir a la capital, deberíamos alquilar uno, aparcar en Gatwick, que es algo equivalente a dar la entrada de un piso, y pagar tres carísimos billetes en un tren que nos llevarían a la estación Victoria y, una vez allí, visitar museos y pubs en compañía de cientos de miles de turistas españoles hablando a voces un inglés horrible.
(Resulta evidente que si voy a los alrededores de Londres es para visitar Londres y no para dar vueltas y revueltas por la campiña inglesa tamizada por la lluvia fina. Un día de bucolismo británico me parece suficiente).
Otro problema añadido era que el alojamiento obedecía al nombre de granja-escuela. La regentaba una pareja inglesa amiga del alumno que enseñaba inglés a niños. Nunca me han gustado las granjas ni los granjeros ni los animales que las habitan y menos cuando hablan como en la aburridísima “Animal Farm” de Orwell o en esas americanadas con niño cursi y perro listo. Porque ese era el quid de la cuestión. Si nos dejaban vivir by the face en la granja durante dieciséis días exactos era porque debíamos cuidar a un perro enorme mientras la pareja granjera se iba de vacaciones. Lo del perro enorme era una suposición mía. Afortunadamente no hubo lugar para comprobarlo porque, tras conocer los detalles del ofrecimiento, mi mujer y yo nos pusimos a cavilar por separado y llegamos a la conclusión de que posiblemente se trataba de un regalo envenenado.
De todas formas dudo mucho que el perro de una granja perdida en medio de la lluvia fina de la campiña inglesa sea pequeño. De serlo, la pareja granjera se lo hubiera llevado con ella a no ser que hiciera un viaje donde no se admiten perros, un crucero por las islas griegas, o viajara a un lugar lejanísimo, el Punjab, por ejemplo, donde los nativos tienen la sanísima costumbre de comerse a los perros.
O sea, que nos ofrecían una sospechosísima estancia gratis en un lugar perdido para hacerle el favor a una pareja anglogranjera que no quería llevar al perro enorme a una guardería, bien porque no había guardería canina a varias millas a la redonda, bien porque, de haberla, eran unos rácanos, (seguro que su casa estaría llena de sillas desvencijadas y muebles carcomidos), o bien porque el perro era un impresentable, un asesino en potencia y no lo admitían en ninguna guardería canina o infantil.
O era un bendito, un manso de espíritu, que también podía ser, y los impresentables eran los dueños que se llevaban fatal con sus diseminados vecinos por lo que habrían acudido urgentemente a su amigo español para que reclutara a una pareja de incautos españoles ansiosa de mejorar su inglés. (No tendría nada de particular que hubieran cerrado a cal y canto su habitación de matrimonio para hacernos dormir en una oscura habitación llena de literas y yo no tendría más remedio que dormir en el sofá de abajo y compartirlo con el pobre perro aquejado de un fuerte síndrome de abandono).
Pues por ese lado lo tenían bastante crudo. Mi mujer tiene un inglés de colegio pijo de la costa y yo un inglés obrero de mucho pub y mucho DVD. No necesitamos irnos a Inglaterra para practicar una lengua que usamos en nuestro trato diario con ingleses de larga duración que hablan el mismo español que el cocinero de un bufé chino.
Por otra parte ni el alumno de mi mujer ni la pareja inglesa amiga del alumno de mi mujer sabían que yo había estado la última vez en Londres en agosto y que fue precisamente en el museo británico, rodeado de momias egipcias yacentes y momias turísticas ambulantes, cuando me juré a mí mismo no viajar jamás en verano al sur ni a ninguna otra parte…

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Dejeme decirle mi querido porquero, que no hay mejor compañia
que la de el mejor amigo del hombre, una pena que usted la haya rechazado.
Pero no me sorprende su decision, no, despues de saber que cataloga mi blog como "no apto para menores".
Jaja, ahora entiendo por que su ausencia en esa su casa.

Un beso con babas y ladridos.

El Porquero de Agamenón dijo...

Estimada señorita.
He intentado disculparme por un gravísimo error mío en su blog pero me ha sido totalmente imposible publicarlo.Así que le contesto en el mío como solución última pues lo suyo y lo educado hubiera sido pedirle disculpas en el suyo.
Le ruego que me perdone porque la he confundido con el blog de la señorita Malena que de vez en cuando escribe aquí y que dice que su blog no es muy apto.
POr lo visto los tauros es gente muy detallista y los capricornios,gente muy tozuda,le vuelvo a reiterar mis disculpas.Por lo visto mis neuronas patinan por mi cerebro como si este fuera una pista de patinaje sobre hielo.Me ha gustado mucho su autorretrato"defectuosa,difícil y jodida".Enhorabuena

Anónimo dijo...

Queda usted disculpado mi estimado porquero.
Y no se lamente mucho, que con su error me ha dado una muy buena idea, de vez en cuando escribire alguna entrada erotica, quizas asi consiga mas lectores.

En cuanto a las neuronas patinadoras, le recomiendo un buen trago de tequila mexicano, pero como se toma el tequila...
De golpe y sin pensarlo, pronto vera que sus neuronas en lugar de patinar, empezaran a cantar el "Cielito Lindo".

PD. Me gusta que le gustara mi autodefinicion, pero no crea que siempre soy asi, no, a veces soy mucho peor.

Otro beso para usted, pero este va con un Ajuaaaaa !!!

Noite de luNa dijo...

Buenos días.
Confirmo que hay alguna neurona con una "salmoneta" de impresión ¿Será por el calor o por el vino fresco?

No escribí nada en Pólvora y me pide disculpas por no salir mi comentario

Luego leo más despacito. Me llaman desde el chiringuito.

* Salmoneta = más vino que ayer y menos que mañana

Saludos a los dos

El Porquero de Agamenón dijo...

Desde luego que no podra decir que no me conozco bien a mí mismo pues usted me acaba de confirmar que ya no distingo la realidad de la ficción, lo soñado de lo vivido.
Es posible que de aquí a poco tome una decisión muy tajante conmigo mismo y abandone durante un tiempo este blog mío, suponiendo que lo sea que yo ya no sé,y me tome unas bien ganadas vacaciones y me vaya de crucero viajero por el Mediterráneo o a un hotel con todo incluido pero ¿qué digo? ¿Yo de crucero viajero?¿Yo en un hotel de todo a cien?Si es que ya no sé lo que me digo...en fin.

Noite de luNa dijo...

De verdad señor Porquero, es usted, la mayoría de las veces, francamente divertido.
Otras veces, hondo y otras muy duro.

No, no hubiesen hecho buen papel en la granja con el inglés que hablan su señora y usted.

Saludos

El Porquero de Agamenón dijo...

Desde hace un tiempo vengo pensando que los dioses me proveyeron del cromosoma de la ironía que en griego significa,distancia.
Es la única forma de intentar explicarme por qué paso de lo profundo a lo superficial con una cierta habilidad.En el fondo no me creo ningún discurso mío porque es la única manera de no aburrirme.
El gran maestro Billy Wilder dijo que los mandamientos de cuanquier cineasta debieran ser no aburrir,no aburrir, no aburrir. Estoy tan de acuerdo con él que me lo aplico a mí mismo con gran facilidad. Sobre todo cuando sé que de ninguna de las maneras podré cumplir el gran sueño de mi vida:ser actor porno.
Una vez que uno es tristemente consciente de esta radical imposibilidad, todo lo demás es anecdótico,superficial,sin importancia, sin sentido......

Unknown dijo...

Mu cierto lo que dices, se gastara más dinero, que es algo equivalente a dar la entrada de un piso, y pagar tres carísimos billetes en un tren que nos llevarían a la estación Victoria y, una vez allí, visitar museos y pubs. Pero es bueno conocer nuevas idiomas, no le veo lo horrible de escuchar miles de turistas hablando ingles, eso mas bien motiva.
Fuente: galapagos islands travel guide