lunes, 14 de junio de 2010

ECUACION DE PRIMER GRADO CON ALGUNAS INCÓGNITAS.






Los domingos por la mañana el hombre queda con un amigo chileno, profesor de tenis, a jugar al ping-pong. Su amigo lo resarce de las palizas que durante la semana le propinan jugadores mucho mejores que él, empezando por su maestro y acabando por un treceañero imberbe. A su amigo el profesor de tenis le gana siempre y de paso practica el inglés. Su amigo estuvo viviendo mucho tiempo en Inglaterra. Allí se casó y nacieron sus hijos. Mientras la pelotita se desliza a una velocidad de vértigo y las gotas de sudor caen matemáticamente, los amigos hablan de lo divino y de lo humano. A los dos les gusta conversar. Este domingo no ha podido ser. Su amigo chileno está levantando la casa para irse, quién sabe por cuanto tiempo, a Australia. Este domingo también el hombre había quedado sin saberlo con su hijo, quien nada más levantarse, le ha reclamado angustiosamente que le ayude en Matemáticas. Ecuaciones de primer grado un poco complicadas. El hombre mayor reclama, a su vez, al niño que fue para que lo ayude, pero el niño que fue olvidó las ecuaciones y al joven que le siguió no le concedieron ninguna posibilidad. Le hicieron elegir entre ciencias o letras y tuvo que optar. ¿Quién dictó que las matemáticas son incompatibles con el latín?


El hombre mayor mira consternado el tema de las ecuaciones e intenta recordar los viejos códigos. Sólo dispone de una lógica de andar por casa y un cierto hábito lector. Poco a poco, va levantando un castillo de cifras y letras que se desmorona una y otra vez ante la inexpugnable solución. Los aciertos son pequeños, los errores, grandes. Su hijo lo espera y se desespera mientras lo ayuda a emborronar folios que van cayendo al cesto. El hombre mayor se debate entre el combate con los polinomios y el combate necesario que su hijo estableció con él hace un año. El hombre mayor, tras una hora, logra resolver por fin la primera ecuación. El hombre mayor se sumerge en una alegría profunda. Ya sólo le queda que el hijo resuelva sus propias incógnitas.

4 comentarios:

Tordon dijo...

Según mi "aurea mediocritas", x=5, y=2.
Pero no me pregunte sobre las incógnitas de la vida, ese día debí hacer novillos.

Salu2

El Porquero de Agamenón dijo...

Muchas gracias por la solución.
De las incógnitas de la vida...mejor que las resuelva la vida que lo suele hacer planteando siempre nuevas incógnitas..En fin

Noite de luNa dijo...

Cuando se tiene la solución de una, surge la siguiente...

Saludos y buenos días.

El Porquero de Agamenón dijo...

Querida señorita Aquí.
I-ES lo que suele pasar.
II-A mi me pasa cuando viajo en tren.ME subo, arreglo mi vida con el dulce traqueteo, me bajo y se me olvidan las soluciones.
Buenos días