domingo, 8 de noviembre de 2009

IMPOTENCIA Y GÉNEROS LITERARIOS II

Biografías ascendentes. (Héroes, deportistas, mártires y santos).

Los oficios que se prestan mucho a los cambios radicales del destino son los artísticos y los asimilados. No merece la pena que nos entretengamos en los oficios artísticos por la cantidad de tópicos en los que caeríamos sin remedio.

En el apartado de asimilados estarían todas las profesiones que comparten con los oficios artísticos la imaginación y el tesón, pero no la cualidad de vivir del cuento. Podríamos hablar entonces de las profesiones científicas relacionadas con la búsqueda, (químico, físico nuclear, arqueólogo) y de las profesiones técnicas ligadas a la invención de objetos que nos hacen la vida mucho más llevadera.
En el apartado de asimilados cabrían también las profesiones tienen una meta difícil o muy difícil de conseguir y que entrañan un gran riesgo, con peligro de muerte o lesión irreversible a la más mínima. Me refiero a oficios tales como explorador, piloto de pruebas, alpinista de ochomiles, atracador de bancos, trenes y barcos, periodista empotrado en guerra duradera, domador de circo, torero, asesino profesional, reportero de aventuras extremas etc.
Tampoco debemos olvidar las actividades económicas de aquellos emprendedores de verdad que arriesgan su dinero sin subvenciones del Estado. A todas estas personas que, no perteneciendo estrictamente al campo artístico, abren caminos nuevos, horizontes inexplorados, atardeceres grandiosos y atmósferas purísimas, se les llama pioneros.

Hay un grupo de profesionales ascendentes que no pertenecen estrictamente al campo de los artistas y asimilados. Se dividen a su vez en los de éxito ascendente rápido, (antemortem), y los de éxito ascendente muy lento, (postmortem). En el subgrupo primero estarían los héroes y los deportistas y en el segundo, los mártires y los santos.

Los héroes son aquellas personas que desempeñan su labor en un en un tiempo razonablemente corto, una guerra, por ejemplo. La acción del héroe se caracteriza por ser muy intensa, con un despliegue de energía tremendo y poco duradera. Visto así, el héroe, más que un oficio, es una condición fugaz. Los héroes pueden darse tanto en la guerra como en la paz.

Los primeros son los héroes propiamente dichos y pueden ser soldados o civiles, aunque lo más lógico es que sean soldados porque en las guerras los civiles suelen morir mientras los militares reciben medallas al valor.
Cuando los héroes son soldados en guerra, su acción heroica puede ser unánime o parcial. Una acción es unánime cuando el héroe salva vidas impidiendo la voladura de un puente por el que iba a pasar un convoy de militares amigos o de daños colaterales futuros como viejos, niños y mujeres.
Cuando la acción del héroe es parcial significa que ha matado a muchos enemigos en una acción valiente y arriesgada. Su acción heroica ha favorecido exclusivamente a su bando perjudicando al bando enemigo. Para el bando favorecido es un héroe pero para el bando enemigo es un asesino múltiple. La biografía de este héroe puede llegar a ser unánime cuando ha pasado mucho tiempo desde que el bando desfavorecido sufrió la acción del héroe enemigo.

En la vida cotidiana sin guerra, lo normal es que los héroes sean civiles con profesiones civiles aunque también puedan ser militares desempeñando labores civiles, como, por ejemplo, algún soldado que salva indiscriminadamente a multitud de seres de perecer por el fuego. Sólo en estos casos se puede hablar propiamente de una intervención civil del ejército y no cuando éste desarrolla en países muy lejanos labores de paz en medio de una guerra.
Los héroes civiles son un poco más héroes que los héroes militares, porque a estos la valentía y el arrojo siempre se les supone, cosa que no le ocurre a un zapatero que, contraviniendo el refrán de “zapatero a tus zapatos”, salva por ejemplo a varias personas de morir ahogadas porque casualmente estaba en la playa comiendo una tortilla de patatas cuando oyó los desgarradores gritos de auxilio de bañistas irresponsables que hicieron caso omiso de la bandera roja.


No siempre los zapateros están en la playa en el momento adecuado. Quiero decir que hay profesiones más dadas a producir héroes que otras. Por ejemplo cirujanos y bomberos. Curiosamente ambos suelen salvar vidas y tienen una impronta militar. Sus practicantes llevan uniforme y trabajan en grupos muy jerarquizados aunque siempre quepa la acción individual valerosa que eleve al que la realiza por encima de la envidia de sus colegas.

La acción del héroe, por ser las más de las veces instantánea y explosiva, es menos susceptible de biografía aunque sí de ser realzada con medallas, parabienes y noticias destacadas en los periódicos. Si algún militar, cirujano o bombero dispone de biografía es porque su peripecia vital está adornada con alguna de las características de las biografías ascendentes del grupo de artistas y asimilados como bien pudiera ser la de pionero.
Piénsese en el militar que inventa una táctica envolvente donde mueren muchos o un cirujano que descubre una manera indolora de amputar miembros sin anestesia porque ha sido médico militar o un bombero que descubre un método infalible de salvar a cientos de trabajadores de cuello blanco que trabajan en el piso 200 de un rascacielos…


El deportista de éxito es un ser superior de carrera corta. Suele desarrollarla durante la juventud cuando el cuerpo alcanza su máximo esplendor. Gracias a los avances en medicinas y drogas, los deportistas son más longevos, pudiendo alcanzar así metas imposibles, con lo cual la distancia que los eleva por encima de los mortales es cada vez mayor. Si ya en la antigua Grecia al atleta olímpico se le rompía el muro de su ciudad por donde debía pasar victorioso y se le confería un sueldo que venía a coincidir con el peso de su cuerpo en monedas de oro, imagine el lector de biografías deportivas lo que puede ganar hoy un deportista con millones de seguidores gracias a la televisión.

Pero tampoco hace falta saberse la historia de Grecia para corroborar el carácter divino de los deportistas que practican deportes masivos. De hecho, a mi el carácter televisivo del deportista divino me fue revelado un día en que me levanté a media noche para orinar masivamente. Fue en ese momento, con las manos en la pared a la espera de la micción, cuando pensé en lo que pensaría el musculado atleta en el momento de practicar el mismo ritual que yo por la mañana temprano antes de ir a entrenar.

En el instante feliz en que empezara a salir el líquido elemento del dorado príapo, le vendría este dulce pensamiento “Hoy voy a ganar en un día la misma pasta que cientos de mortales ganarán juntos en un año.” Y entonces, acompasada a la música suave de la micción, surgiría la épica voz del cronista deportivo, almorrana del dios: “Tú eres grande, Tú eres el mejor. Gracias a ti y a mi cálido verbo nacido para cantar tu gloria, yo también me haré famoso porque escribiré tu biografía y seré ensalzado por las generaciones futuras de cantamañanas”. Vuelto de mi ensoñación urinaria, volví a la cama y me introduje en ella con la conciencia tranquila de que me equivoqué de oficio.


Al ser relativamente corta la carrera del deportista, su biografía no es ascendente con un montón de fracasos iniciales sino en ascenso permanente pero con altibajos. El deportista exitoso puede alcanzar en momentos supremos la categoría de héroe nacional, redentor de las frustraciones de un pueblo hundido en la miseria o decepcionado por corazonada olímpica o muy herido por guerra perdida contra la misma nación con la que se enfrenta deportivamente el héroe, quien podrá vengar la afrenta mediante interposición de mano considerada a partir de ese momento Mano de Dios.

Pero no sólo la carrera del divino deportista está impregnada de profunda religiosidad sino que también es considerado un artista genial cuando realiza una jugada extraordinaria. Es más, gracias a los cronistas-almorranas, los jugadores de fútbol están alcanzando la condición de intelectuales capaces de leer los partidos, definir las jugadas y convertir goles al mismo tiempo que juegan, con lo cual no me queda otra posibilidad que sumirme en la depresión por la cantidad de pasta y de tiempo inútil que he invertido en adquirir una cultura que hubiera obtenido más fácilmente dándole patadas a un balón...

(Continuará otra vez pero ya con broche final).

3 comentarios:

El Porquero de Agamenón dijo...

Estimados blogueros.
Tras ímprobos esfuerzos,con la inestimable ayuda de mi mujer,hemos conseguido transcribir el texto del word al blogger.
La última parte se nos ha rsistido,
Ruego me disculpéis

Tordon dijo...

Interesante conferencia bloguera.

El Porquero de Agamenón dijo...

Muchísimas gracias.
Siga usted por ese camino y acabaré nombrándolo comentarista de honor con derecho a cofirma.
El que avisa no es traidor.El porquero.