
La ciudad de este lado donde nací es atravesada por un río que pace lento hasta llegar al fin de la tierra, al otro lado de la frontera, que da a un océano inmenso.
La ciudad de la loma tiene también un pequeño río del que nunca me he preocupado saber a dónde va a parar, si es que va para algún sitio. A lo mejor sestea por allí y muere de cualquier manera. No lo sé. Nunca lo he sabido, pero creo que ya es hora de que aprenda la geografía exacta en la que se movió mi alma cuando pequeña. El caso es que los dos ríos, el que aparece en los mapas y el que de vez en cuando se me aparece por mi alma vieja, tienen sus nombres propios y mis recuerdos.
Son recuerdos de baños en verano y de crecidas en invierno. Recuerdos de puentes que atravesar y de murallas con sus puertas y sus torres. Más completas y enteras las murallas de la ciudad de la loma, más a trozos, con alguna puerta, la ciudad en donde nací….
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