
Son metáforas que pertenecen al viaje y a la infancia. A las cóncavas naves me subí a los diez años cuando empecé a leer historias de griegos. Continué mi periplo por el vinoso mar a través de los textos griegos y latinos que traduje en bachillerato. Durante un tiempo estuve perdido en medio de una odisea de relaciones tempestuosas y oficios sustitutorios hasta que hace poco me volví a encontrar navegando por la pantalla del ordenador. Recobré el rumbo perdido y el viaje iniciado hasta llegar a Ítaca, que es la habitación donde escribo. En ella espero eternizarme hasta el fin de los tiempos.
2 comentarios:
Siempre viene bien tener un lugar al que viajar, llámese patria o habitación.
Siempre y cuando la patria sea el lugar y el tiempo de la infancia.
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