martes, 23 de marzo de 2010

ALLEZ,PORQUERO,ALLEZ.


Que me dice el porquero, mi dueño y señor al que los dioses en los que no cree lo guarden muchos años repartiendo caña y estopa a todo lo que se menea, que se larga a la France poslechazo de Sarkozi. Allí estará una semanilla más o menos rulando por Paris, la Rochelle y alrededores dictando en francés un ciclo de conferencias que lleva el bonito título de “El cerdo y la construcción de Europa. Desde el imperio carolingio hasta nuestros días”.


Yo le he recomendado que, habida cuenta de que en México tuvo que salir por patas de Puebla, que esta vez sea un poco más mesurado en sus opiniones sobre lo divino y lo humano, (ya sabemos que mi dueño y señor es muy dado a irse por peteneras a las primeras de cambio y más si entre su distinguido auditorio se encuentra alguna dama de buen ver que entonces es digno de ver cómo pierde la cabeza y empieza con sus dislates y sus salidas de tiesto y después pasa lo que pasa).


El porquero me ha respondido que me meta en mis asuntos, que él los suyos se los gestiona muy bien e incluso con una sonrisita significativa me ha dado a entender que es posible que en París acuda a su conferencia “una dama de muy alto copete que está buenísima y muy necesitada de juerga hispánica tras la depresión de su muy importante marido”… “y no digo más”, dijo mientras cantaba la marsellesa y se ponía a guisa de flor en el ojal una escarapela tricolor en forma de corazón, bastante hortera por cierto, y ya en plena orgía mezclaba frases inconexas de entre las que recuerdo el grito de “a las barricadas” entreverado con “París bien vale una misa”.


El porquero está con la olla perdida con eso de que se va a los parises. Esta es mi conclusión. Allá él, que después de la que me formó cuando vino de México, cualquiera le pone un pero. Yo me limito a transcribir fielmente su encargo y a decirles a ustedes, sus sufridos lectores, que no tiene ni idea de si podrá o no podrá publicar contumazmente lunes, miércoles y viernes y que, de todas maneras, en caso de no poder, ya les resarcirá a su vuelta. Temblad, bloqueros, temblad. (Este último comentario es mío de mi total exclusividad).

El cochino hispano.


2 comentarios:

Tordon dijo...

Déjese usted de críticas sibilinas y cochinadas similares y transmítale ánimos a su Jefe de mi parte.
Tordon
PD: Lo que a usted le pasa es que,como sabe que su amo va a estar cerca de la Bruni, no puede disimular su envidia cochina.

El Porquero de Agamenón dijo...

Suscribo plenamente lo dicho por usted respecto a mi envidioso cochino amigo.Una vez aposentado en los parises, dada mi segunda conferencia, puedo hablar desde la tranquilidad del hotel y desde la tarifa gratis de internet,cosa que deberían aprender los hoteles españoles. Á tout á l´heure.