lunes, 12 de enero de 2015

EL LEÓN.


Todo el mundo, sobre todo el mediático, se empeña en decir que una cosa es el fanatismo y otra el Islam y que no tienen nada que ver. ¿Y por qué será que a mí me da la impresión que, lejos de emitir una verdad, lo que hacen es ocultar una cobardía? Algo así como vamos a darle bien de comer al león para que no nos coma. Tenemos muchos musulmanes en casa a los que explotamos bien, les damos los peores trabajos, los peores sueldos, los horarios peores y además nos sirven para bajarles los humos y los derechos a nuestros curritos occidentales.

Pero dejemos por un momento al Islam y vengámonos a nuestros siglos de Inquisición, tortura y hoguera. ¿Alguien en su sano juicio puede decir que el fanatismo no tiene nada que ver con el cristianismo protestante o católico? Ahí tenemos a Miguel Servet el anatomista que descubrió la doble circulación de la sangre quemado dos veces en el XVI. Por los católicos, en ausencia, porque huyó y por los calvinistas en presencia porque no pudo huir.... ¿Ha dejado la Iglesia en Occidente de ser intolerante? En absoluto, sabe amoldarse cuando los tiempos no soplan a favor y se crece cuando los tiempos les son favorables como en España.
Véanse las bochornosas e inaceptables declaraciones de tantos purpurados. Véanse sus vergonzosas prerrogativas y sinecuras otorgadas por unos gobiernos activamente confesionales o pusilánimes. ¿Para cuándo piensan anular el Concordato franquista?

El fanatismo está intrínsecamente unido a la religión. Es su hijo legítimo. El monoteísmo siempre ha sido y será un león insaciable.

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