viernes, 17 de mayo de 2013

ALEMANADAS ÜBER ALLES



No tenemos solución. No hay ninguna posibilidad de que nuestros queridos amigos alemanes reconsideren su actitud, echen marcha atrás y nos den un respiro a los países del sur.

Su propio lenguaje se lo impide de manera taxativa. Ellos son el Ser y nosotros somos el tiempo. Ellos ponen las esencias y nosotros los accidentes. Por eso escriben todos los sustantivos con mayúscula. Sustantivo viene de sustancia y sustancia es esencia. Nosotros, en cambio somos ad-jetivos, que son unos accidentes que se ad-juntan a los sustantivos alemanes esenciales.

Donde ellos ponen Ser, nosotros ponemos ser mentiroso, embustero, estafador, tramposo, farsante, corrupto, deshonesto, rufián, pícaro, jayán, artero, golfo, maula tunante, bergante, granuja, pillo, bribón… y miles de matices más, contingentes y adjetivos, pero muy importantes para calificar al Ser, bajarlo de su pedestal esencial y hacerlo concreto, individual y humano. Como el Lazarillo.

El problema es que los alemanes, con todos los sustantivos propios y rimbombantes, inventaron la Metafísica que es una parte de la filosofía inasequible a las eventualidades y calamidades de la vida diaria. El problema de la Metafísica es que con ella no se puede hacer amigos ni cambalaches.

Uno se queda irremediablemente solo en la Unidad. Los alemanes siempre han estado solos y sordos. Beethoven era un genio sí, pero sordo.

Desde el Sacro Imperio Romano Germánico, Europa es una Unidad de Destino en lo Alemán. Liaron la mundial en la primera guerra, liaron la mundial también en la segunda y van camino de liarla en la tercera y definitiva con la deuda impagable .

Y encima somos culpables. No pueden vernos de otra manera a pesar de ser punteros en óptica y lentes. Su propio lenguaje se lo impide.

Schuld es el sustantivo clave. Significa al mismo tiempo: DEUDA y ¡¡¡CULPA!!!

Para nuestros queridos amigos alemanes el que tiene una deuda es culpable. No olvidemos que Lutero nació en Eisleben ( significa “vida fría”) actual Alemania. Todos somos, pues, luteranamente culpables por tener deudas.

Por eso, desde la autoridad que me otorga el haber sacado un diez en alemán y el hecho contumaz y constante de haber sido confundido durante toda mi vida con un teutón, propongo a todos mis colegas del Sur que celebremos un congreso lingüístico-eucarístico conjunto con nuestros hermanos gernanos donde propongamos la supresión de la palabra SCHULD.

A cambio nosotros nos comprometeríamos a eliminar por completo de nuestro diccionario la palabra CORRUPCIÓN.

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