viernes, 12 de abril de 2013

JUANCARLISTAS, FELIPISTAS, LETIZIANOS

" Yo no soy monárquico, soy juancarlista" decían sin pudor los que no se atrevían a declararse súbditos y sustituían una sumisión evidente por otra mayor.
Si ya es tener alma de esclavo someterse a una monarquía, declararse partidario de un rey es descender en ignominia a la categoría de felpudo. (La monarquía, por ser un régimen aleatorio y arbitrario en general, pudiera albergar algún miembro relativamente benéfico. Por otra parte, siempre quedaría para los creyentes el recurso del designio divino . "Dios lo quiere" clamaban en las Cruzadas a la hora de masacrar judíos por toda Europa).

Antes las andanzas y aventuras de este rey, parece claro que los juancarlistas, además de felpudos, han añadido a su selecto currículo título de idiotas. Incluso, cuando ya por fin han podido calibrar la ínfima categoría del espécimen, algunos todavía persisten en justificarlo y muchos en sucederlo en la persona de su único hijo. ¿Se declararán felipistas pero no monárquicos o, quizás, por aquello de la discriminación positiva, se harán letizianos?
Si yo fuera el rey en curso con moneda legal,
usaría a semejantes felpudos como portadores de mi escopeta de cazar elefantes o como mamporreros de honor para introducir mi real, inviolable e irresponsable miembro en alguna concubina, mientras mis carcajadas resuenan en Botswana. 
Es lo menos que se merecen.

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