miércoles, 9 de febrero de 2011

SUCCUTERE SPARUS.





Succutere es un verbo latino de la tercera conjugación que significa “sacudir”, “agitar”. Cuando la agitación o la sacudida son muy grandes y afectan a la tierra, el latín usa la palabra succusionem, terremoto. Resulta obvia la aproximación fonética entre la raíz latina succ- y la española sac-. Un poco menos obvia es su estrecha relación con el verbo inglés shake donde nos perdemos si lo pronunciamos a la inglesa y nos volvemos a encontrar en cuanto lo pronunciamos a la española haciendo caso omiso de la H. Shake significa, evidentemente, agitar o sacudir.





Sparus o Sparum es un nombre latino de la segunda declinación que significa “lanza”, “dardo”. En español conservamos sparus a través, por ejemplo, de espárrago. Los ingleses, esta vez, han sido más conservadores y mantienen casi la misma forma para denominar la lanza, Spear.





Succutere y Sparus se juntaron el día 23 de de abril de 1564 en la ciudad de Stradford-upon-Avon para dar a conocer al mundo al más grande genio de la literatura; el poeta y dramaturgo isabelino William Shakespeare, quien sacudió el alma humana con todas sus pasiones para inmortalizarla con su pluma. Shakespeare instaura lo que se ha venido en llamar el Canon Occidental.



Muy pocos autores sustituyen con su nombre a la lengua en que escribieron. Así se dice “la lengua de Shakespeare” cuando nos referimos al inglés o, para nuestra fortuna, “la lengua de Cervantes” cuando nos referimos al castellano. También, en cierta medida, podríamos decir que tanto Cervantes como Shakespeare tuvieron la misma madre, el latín, que se perpetúa a través de ellos. También mis profesores de griego y latín se perpetúan a través de mí. Las lenguas muertas están muy vivas.

2 comentarios:

Noite de luNa dijo...

Por lo que conozco de ellas, nunca estuvieron muertas, aunque intentaron matarlas.

No estoy segura de nada

El Porquero de Agamenón dijo...

Jamás morirán del todo aunque su estudio se vuelva cada vez más minoritario. Me conformo con saber que mi hijo y mi hija mantendrán la sensibilidad hacia el latín y griego y se convertiran aunque se levemente en buscadores de palabras. A ellos, cuando le explico el significado de una palabra, siempre que puedo y sé, recurro a sus orígene,. Mi hijo de trece años me llama su diccionario ambulante. Por mucho que insisto en que busque las palabras en el diccionario, dice que para eso me tiene a mí. Ya recurrirá a él... Por ahora me limito a sentir un gran placer cuando me pregunta. Buenas noches y muchas gracias por sus numerosos comentarios.