Hoy las ciudades
aspiran a ser perfectas. Ocio programado y edificios emblemáticos. Todo pensado
para consumir. Los centros comerciales no albergan bancos donde sentarse ni
relojes que marquen el tiempo. Su doble ausencia delata el compulsivo deseo de
permanecer erectos, comprando una eternidad de papel. ¡Pobres humanos que se arrastran
por tiendas iguales con la mirada vacía! La repetición los protege del miedo a
la vida que es variedad y riesgo. No saben estar solos. Buscan la multitud
donde confundirse, viajan en viajes programados desde la cuna y desisten de la
belleza natural que ya no pueden ver.
4 comentarios:
Real y terrorífico, nos has calado tío!
Abrazos
No es mi intención ser terrorífico pero muchas gracias,(Yo también estoy incluido)
Aún quedan, rincones hermosos y entremetidos, en esa marabunta de
la que huyo.
Hay que buscarlos de nuevo y renacer
Un abrazo
Exactamente.
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