Al contrario que los pensamientos y las musarañas, las
ideas van completamente a su aire. Sólo se juntan con ellas mismas y según y
cómo. No lo dicen abiertamente, pero está claro que se sienten bastante
superiores a los pensamientos. A las musarañas las ignoran. El hecho de que
pensemos que los pensamientos pesan es una idea malévola de las ideas. Para las
ideas, los pensamientos están desfasados, su sabiduría es antigua y su lugar
ideal es una residencia de viejos con un estanque de patos enfrente. Las ideas
no tienen tiempo para perder el tiempo mirando las musarañas en los bancos de
los parques. Las ideas son tumultuosas, jóvenes y modernas. Hablan inglés y son
muy amantes de mantener entre ellas relaciones tormentosas y apasionadas. En inglés
lo llaman brainstorming que significa “tormenta de ideas”.
Son revoltosas, torrenciales y juguetonas. Les gusta
competir en cualquier ámbito porque son ubicuas. La ubicuidad es quizás la
característica que más las diferencia de los pensamientos y de las musarañas.
Las ideas pueden vivir en lugares variopintos. En el cuarto de baño, en un
despacho del piso ciento veintitrés de un rascacielos, en el lienzo de un
pintor o en el ordenador mental de un informático.
Odian la estática y aman la dinámica por encima de todo. De
hecho, suelen viajar a la velocidad de la luz. Por eso a una gran idea se le
llama “idea luminosa”. Por muy juntas y revueltas que a veces se den, sufren de
un individualismo brutal. Las ideas son como espermatozoides frenéticos en pos
del óvulo. De ahí la idea de “idea loca” y también la de “idea fecunda” donde,
aunque no se diga explícitamente, quiere decir que la idea en cuestión ha
triunfado sobre un montón de ideas fracasadas por no entrar en el paradisíaco
óvulo. La ubicuidad, el individualismo y su fortísimo nivel competitivo hacen
que las ideas sean la base de esta sociedad postcapitalista y globalizada.
Sin embargo, lo mejor de las ideas es cuando, sin querer,
se juntan con los pensamientos y las musarañas. Esto sólo ocurre cuando duermen
profundamente y tienen sueños bucólicos donde sueñan, por ejemplo, que son
patos de un estanque público lleno de niños que les dan de comer gusanitos. El
sueño profundo es la puerta de entrada para los pensamientos y las musarañas
que se funden armónicamente con las ideas. El intercambio es muy fructífero. No
hay ninguna idea desechable. Todas valen porque se vuelven creadoras de verdad.
A cambio, las musarañas y los pensamientos se tornan ideales. En los tiempos antiguos,
la fusión de ideas, musarañas y pensamientos dio lugar al mundo de las Ideas
Platónicas. En arte produjo el Canon que es la medida ideal de la Belleza. Ahí
es nada.
Como los pensamientos, las ideas también se vuelven rígidas
y mueren. Entonces reciben el nombre de ideologías. A los que creen en las
ideologías se les llama “militantes” porque son como soldados cuya misión
principal es obedecer. También hay mucha gente que, no militando en nada, tiene
ideas muy tópicas y convencionales que usa para todo, incluso para vivir. Son
los idiotas o poseedores de ideas tontas.
En contraposición, está la persona razonable por fuera. La
persona razonable por fuera es muy discreta, tiende al silencio y ama los
parques donde hay niños y patos. Por dentro la persona razonable es un
torbellino de ideas locas y felices de chocar unas contra otras. Distinguir a
una persona razonable por fuera con ideas locas por dentro es bastante fácil.
Basta con ir a un parque y acercarse al estanque con patos por dentro y niños
por fuera. En medio estará la persona razonable con un montón de bolsas de
gusanitos alimentando a patos o a niños, según.
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