SI DAS ESPACIO A LA PALABRA, GUARDA UNA GRIETA PARA EL SILENCIO.
Autodefinición Informal. Con todo mi respeto, soy apolíticamente incorrecto. Mientras más viejo, más tierno me vuelvo y también más radical.
viernes, 26 de diciembre de 2014
viernes, 5 de diciembre de 2014
RAJOY UND DER SCHRIFTSTELLER OHNE GESCHICHTE
Ya sé que es público y notorio que sólo leo el As y el Marca salvo alguna cosa. Si el que fue presidente perteneciente al mismo partido al que usted se refiere, hablaba catalán en la intimidad, a mí, para no ser menos, me gusta leer alguna buena novela de humor acompañada de algún opíparo puro.
Uno de mis asesores me la recomendó y me dijo:"Mariano, leete EL ESCRITOR SIN HISTORIAS, te lo vas a pasar chachi. Está muy bien escrita, en un estilo cuidado y ameno. Es muy curiosa y peculiar, llena de historias que van surgiendo en medio de una lucha sin cuartel entre dos escritores; el escritor desconocido y el escritor sin historias. El final te va a sorprender"
Jamás ningún asesor ha sido tan exacto y preciso en asuntos políticos de los que no tengo la menor idea. Ha dado en el clavo. Me la leí de un tirón mientras volaba a Nueva York. EL ESCRITOR SIN HISTORIAS es increíble. He ordenado que la traduzcan inmediatamente al alemán. Es el mejor regalo que le puedo hacer a mi adorada Angela Merkel.
Uno de mis asesores me la recomendó y me dijo:"Mariano, leete EL ESCRITOR SIN HISTORIAS, te lo vas a pasar chachi. Está muy bien escrita, en un estilo cuidado y ameno. Es muy curiosa y peculiar, llena de historias que van surgiendo en medio de una lucha sin cuartel entre dos escritores; el escritor desconocido y el escritor sin historias. El final te va a sorprender"
Jamás ningún asesor ha sido tan exacto y preciso en asuntos políticos de los que no tengo la menor idea. Ha dado en el clavo. Me la leí de un tirón mientras volaba a Nueva York. EL ESCRITOR SIN HISTORIAS es increíble. He ordenado que la traduzcan inmediatamente al alemán. Es el mejor regalo que le puedo hacer a mi adorada Angela Merkel.
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El oficio de escribir.
jueves, 27 de noviembre de 2014
POR QUÉ YA NO LEO NOVELAS. EL ORIGEN DE "EL ESCRITOR SIN HISTORIAS".
Hace ya
bastante tiempo que la novela dejó de ser la protagonista casi absoluta de mi
actividad lectora. Es más, para ser exactos, debo confesar que el género
narrativo por excelencia, que presidió mi gozosa juventud, ha desaparecido por completo de mi amplio
horizonte intelectual. A veces, muy pocas, esa es la verdad, sólo cuando siento
lástima de mí mismo, saco del estante alguna novela emblemática, a ver si soy
capaz de leerla de cabo a rabo. Vano intento. Al tercer o cuarto capítulo la
dejo abandonada sin demasiado complejo de culpa.
Me estoy
haciendo viejo. Eso significa que, al tener más pasado que futuro, necesito
aferrarme a las cosas reales. Por otra parte, el futuro que me espera es tan previsible como una película vista
cien veces. Decadencia y declinación. Puestos así, prefiero estudiar la
Decadencia del Imperio Romano que no estudiarme a mí mismo a través de unos
personajes sicológicamente caracterizados cuya peripecia acabará indefectiblemente
con la palabra fin, que es como acabaré yo. No merece la pena.
Sin
embargo, la Historia no acaba nunca por mucho que un filósofo americano,
neoliberal y mamporrero, haya dictaminado su fin. Siempre cabe la posibilidad
de que, cuando menos se lo espera uno, estalle una revolución que se lleve por
delante todo lo establecido. De ahí que la Historia haya usurpado el trono a la
novela con una violencia inaudita, mandándola al exilio intelectual sin ni
siquiera agradecerle los servicios prestados.
A lo más
que llego ahora, en que me hallo sumergido en el estudio de la Revolución
Francesa, es a leer con fruición algunas páginas de una buena novela donde se
guillotina mucho y bien. Nada que ver con la bazofia seudohistórica de las
novelas mágicas que inundan hoy las grandes superficies comerciales y las pocas
librerías que van quedando. (Las pobres no tienen más remedio que vender
literatura a granel si quieren subsistir).
Para
cerciorarme de que esta incapacidad mía era fruto del paso del tiempo, me puse
a leer novelas malas o francamente malas pero de mucho éxito. El resultado fue
muy parecido a cuando me dio por intentar leer a prestigiosos autores de
farragosa sintaxis y estructura laberíntica que aparecen en las revistas
culturales. Tardaba un poco más, eso sí, en dejarlas inconclusas, me refiero
claro está a las novelas comerciales, pero, en vez de devorarlas como hace todo
el mundo, las masticaba cansinamente como si me faltaran los dientes. Un
aburrimiento existencial, muy superior a mi raquítico sentido de culpa, hacía
que las devolviera a la biblioteca con inusitada prontitud.
(El otro
día se me pusieron los vellos de punta cuando vi a una señora llevarse de una tacada cuatro novelas del
mismo autor mediático al cual abandoné en la segunda página del tomo primero
donde decía que Alejandro Magno se puso a llorar. ¡Mentira cochina! ¡En la
época de Alejandro Magno la gente no lloraba y los héroes, menos! ¡Lloran a
moco tendido los millonarios héroes actuales cuando pierden un partido de fútbol
o de lo que sea! ¡La gente moderna moquea mucho por cualquier cosa! Se ha
puesto de moda el llanto público para demostrar lo sensibles y sensitivos que
nos hemos vuelto).
Una vez
hecha la constatación introspectiva acerca de por qué las novelas se me caían
de las manos, necesitaba contrastar mi parecer con el parecer de otros. No tuve
más remedio que salir de mí y viajar a los mundos exteriores donde habitan,
omnímodos y omnipotentes, mis amigos ilustrados con sus reinos de Taifas y sus
satrapías. (Afortunadamente, por higiene mental, también dispongo de otros amigos bastante
iletrados con los que hablo de fútbol y juego al ping-pong).
Temía yo
que, en el fondo, esta impotencia mía como lector de novelas fuera trasunto de
otra más íntima que se cernía sobre mí. Así que interrogué a mis amigos
intelectuales, independientemente de que fueran espesos y alemanes o jugaran a
ser frívolos e iconoclastas, y no obtuve una respuesta contundente. Como ya
suponía yo, no hicieron otra cosa que irse por los cerros de Úbeda para acabar
hablando de sí mismos y de sus magnas obras.
Aprovechado
el asunto de la impotencia intelectual como trasunto de la sexual, indagué
entre mis amigos iletrados acerca de la relación entre deporte y sexo. Tampoco
obtuve una conclusión meridiana. Al menos estos no se andaban por las ramas
sino que más bien se reían a mandíbula batiente para después contarme un par de
chistes guarros y enseñarme fotos pornográficas con el móvil.
Conclusión;
abandoné definitivamente la lectura de la última novela francamente mala que se
me estaba cayendo de las manos y me entregué, libre y aliviado, a la práctica
del ping pong. (El sexo vendría por añadidura y de qué manera cuando se produjo
un vuelco absoluto en mi vida).
El mundo
femenino no tiene nada que ver con el mundo masculino. La mujer tiene una
relación mucho más íntima e intensa con la palabra que el hombre. Le encantan
los culebrones larguísimos y las novelas con cientos de páginas a condición de
que acaben bien y no haya violencia gratuita. No les suelen gustar las novelas
de mafiosos ni de superhéroes a no ser que sus vilezas y heroicidades estén
estrechamente ligadas a una peripecia amorosa potente.
Es
sumamente difícil ver a un lector masculino con una novela gorda entre sus manos.
Sin embargo el tocho novelesco de quinientas y pico de páginas, como mínimo,
forma con la mano femenina una perfecta unidad de destino. Mi hija veinteañera,
por ejemplo, es una devoradora insaciable de novelas gordas, al igual que
muchas mujeres que veo cuando viajo en
tren.
En lo
referente al mundo homosexual sería muy interesante comprobar si tiene las
mismas tendencias lectoras que el mundo femenino. Me gustaría muchísimo
saberlo, pero mi pudor me impide preguntar a un joven que lee una novela gorda
en el tren si es homosexual. Por otro lado, los amigos homosexuales que tengo o
son todos adictos a las revistas de moda y al gimnasio o son poetas finos y exquisitos, de cuerpo
más bien esmirriado que practican una poesía decadente y helenizante.
En estas
estaba yo, cuando se produjo en mí un vuelco absoluto que me permitió unir en
un mismo paquete turístico mi afición presente por la Historia con el amor que
dispensé a la lectura de novelas cuando joven. De hecho ahora vivo una segunda
juventud, llena de esplendor. La solución era muy sencilla. Ponerme del otro
lado. Visitar la cara oculta de la luna descubriendo un mundo nuevo. Impotente
como lector de novelas, adquirí una
potencia inusitada cuando me puse a escribirlas. Ahora sí que podía ser el
protagonista absoluto, el supremo hacedor de historias que, al surgir como
hongos, se hacían imprevisibles y sorprendentes para mí, que las escribo,
cuanto más para ti, querido lector, amantísima lectora, que en tus manos tienes
la posibilidad de gozar de “El escritor sin historias”, una novela llena de
historias entrelazadas por un sutil hilo narrativo que os deparará un final
inesperado.
viernes, 21 de noviembre de 2014
LA SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO
La navidad está
como quien dice a la vuelta de la esquina y ya ha venido, como siempre, su
heraldo anunciador en forma de muerte espectacular. Nuestra capacidad para
acumular ritos y funerales es infinita. Así nos aseguramos ser lo que cada vez
más somos. Espectadores. La vida es un espectáculo, la muerte es un espectáculo
y cuando no hay muerte ni vida, nos convertimos en espectáculo de nosotros
mismos fotografiándonos hasta en el cuarto de baño.
(A esta
peregrina forma de fotografiarse se le llama selfie, que significa que hay que
ser muy egoísta “selfish” para hacerse una foto sin tener en cuenta la cantidad
de seres humanos que pueden estar pasando en esos momentos, no por el cuarto de
baño sino, por ejemplo, por un puente con una torre muy moderna al fondo. ¡Qué
le costaría a la persona egoísta dirigirse a cualquiera de ellos y pedirles
amablemente que le hicieran el favor de
fotografiarle, con lo cual abriría la posibilidad de establecer una
comunicación verbal que podría hacer que la persona desconocida se hiciera
conocida y, un poco más tarde, querida y así la persona egoísta dejaría de
serlo, por lo menos en lo que concierne a la reproducción de una instantánea!).
No se me
olvidará jamás la primera vez que vi la imagen de un sujeto haciéndose un selfie.
Atravesó la pantalla del televisor y entró en mi retina como un rayo mientras
ponía la mesa para comer. Habitualmente
almuerzo y ceno viendo la televisión porque necesito recordarme a mí
mismo que soy mortal. Fuera de ese tiempo, la televisión no existe para mí. Por
eso agradezco a los dioses que la hora de comer coincidiera con el tópico
navideño del primer día de rebajas.
Fue entonces
cuando la imagen del televisor penetró en mi cerebro y explotó. Debí esperar
toda la tarde para que el telediario de la noche confirmara lo que creí ver. Y
vi al sujeto anónimo del mediodía repitiéndose a sí mismo en cada uno de sus
gestos. Un sujeto con gafas de pasta y aspecto de friqui en medio de una masa
satisfecha de salir en estampida por televisión.
Las puertas del
gran almacén se abren y lo que antes eran espaldas y calvas mediante una cámara
exterior, ahora son risas y prisas frontales de marujas, jubilados y jóvenes.
Se nota que se esmeran en cumplir el papel de figurantes que asegure a los
telespectadores una navidad idéntica. Todo es impostado y falso. Mientras las
puertas se abren, los figurantes pasan mirando a cámara y haciendo como que
corren hacia los distintos departamentos. Los planos siguientes vuelven a
captar los mismos rostros ensimismados en los artículos mientras los brazos se
convulsionan.
Pero volvamos al
friqui gafapasta. Lleva el móvil en su brazo derecho completamente estirado
para verse a vista de pájaro mientras forma parte de la muchedumbre atropellada
que se interioriza en el almacén. No contento con formar parte de la masa que
avanza, el sujeto se graba a sí mismo.
Juez y parte, espectador y autor, si es capaz de verse desde afuera como
integrante de una masa por dentro, no cabe la menor duda de que goza de los
atributos de un dios. La mirada divina es en esencia ubicua y eterna, pues la
eternidad todo lo abarca e iguala; las acciones nimias y las heroicas.
El hombre se ha
igualado a dios por la metonimia de convertir el cuerpo, su cuerpo, en ojo que
mira y se aplaude. Somos el mayor espectáculo del mundo.
Espectáculo
viene del latín specto, “ver”, que se relaciona con speculus, “espejo”. La
imagen del friqui que asiste a su propio espectáculo es espejo y metáfora de lo que somos todos. Unos mirones que todo
lo aplauden empezando por nosotros mismos. Lo aplaudimos todo porque todo lo
vemos y de cualquier cosa hemos hecho un espectáculo. Hasta de la muerte. Como
la desventurada “gran hermana” inglesa que hizo de su cáncer fatal una unidad
de destino en lo catódico y universal. Por aplaudir, aplaudimos hasta a los
muertos cuando pasan en sus ataúdes, como está pasando el ataúd de la duquesa,
atiborrado de loas y sahumerios. Los muertos, sin embargo, son muertos pero no
tontos. Saben que no les aplaudimos a ellos. Nos aplaudimos a nosotros y a la
pena grande que nos da el pobre muerto que lo está porque no puede asistir como
nosotros a su propio espectáculo. No importa, para eso está el vivo que, con
tal de aplaudirse, es capaz de hacerse un selfíe con el ataúd de la duquesa al
fondo.
Marx tenía
razón: “Mirones de todo el mundo, aplaudíos.”
miércoles, 19 de noviembre de 2014
¡GLORIOSA NOTICIA, ALELUYA, POR FIN!
Ya está a la venta la novela mía “El escritor sin historias”
tan llena de historias irónicas, divertidas y muy digestivas.
Ya la puedes comprar on line en digital al precio de 7
hermosos euros o en papel al precio maravilloso de 17 euros, IVA incluidos.
La puedes adquirir en:
www.eltoroceleste.com
No te decepcionará. Prepárate para disfrutar de las
peripecias que transcurren en la famosísima Costa del Sol y del Ladrillo.
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El oficio de escribir.
EL SEÑOR GUARDIOLA Y LA CONJURA DE LOS NECIOS.
De entre esta conjura
incesante de necios que hacen todo lo posible por volvernos completamente
idiotas, destaca el señor Guardiola. No por necio, que no lo es en absoluto,
sino por ser un privilegiado.
El privilegio del señor
Guardiola es doble. Por un lado dispone de un cerebro único de alto
rendimiento. No es un vulgar investigador que gana el premio europeo al mejor
científico joven y pierde una beca en nuestro país. Tampoco es un arquitecto
que levanta hermosos y prácticos edificios para que la gente viva mejor o un
ingeniero constructor de obras solventes y sólidas. Nada que ver, ni mucho
menos, con un cirujano cardiovascular que trabaja en un hospital público con un
contrato del 75 por ciento debido a los recortes. Compararlo a un catedrático
universitario con un montón de libros a sus espaldas, sería un insulto. Para el
señor Guardiola, por supuesto. Y si descendemos a la escala social e
intelectual de funcionarios que funcionan; jueces, abogados, informáticos,
maestros, administrativos o de gente que va por libre como los artistas y los
trabajadores manuales, confrontarlos al señor Guardiola, una broma de muy mal
gusto. Para el señor Guardiola, insisto.
Porque el señor
Guardiola ha dedicado su privilegiado cerebro a la más alta misión que han
contemplado los siglos. Dar magníficas patadas a un balón, cuando joven, y ya
de mayor, enseñar a otros a dar magníficas patadas a otros balones. ¿Cabe
misión más encomiable?
El otro privilegio del
señor Guardiola consiste en percibir una retribución acorde con su estatus
intelectual. Según parece, su contrato de entrenador con el Bayern Munich
alcanza la cifra de 9,3 millones de euros por temporada. Limpios de polvo y
paja. Traducido al castellano serían 1.547 millones de pesetas. Sólo el sueldo mondo y lirondo, sin contar sus
lógicos ingresos por obtención de objetivos y publicidad.
Es decir, que el señor
Guardiola se levanta temprano con el fin de iniciar su dura tarea y, mientras
va al baño para depositar su privilegiada orina, puede que, antes de tirar de
la cadena, se haya dicho con justa satisfacción: “Este día voy a ganar, como
mínimo, cuatro millones doscientas treinta y ocho mil trescientas cincuenta
seis pesetas. Me lo merezco”. Y tras una pausa, es posible que se haga una
sencilla pregunta: “¿Cuántos aviones puedo tomar de Munich a Barcelona para
cumplir con la tarea catalana de separarme del temible Estado Español?”
Pero antes de escindirse
de semejante monstruo, lució como nadie la camiseta de la selección española,
realizó excelentes partidos con el equipo de sus amores, el Barcelona, ganando
6 Ligas del país opresor, 2 Copas del Rey Borbón, 4 Supercopas supervejatorias,
más 1 Copa de Europa, 1 Recopa de Europa y 2 Supercopas de la UEFA, acabando su
excelsa carrera en Italia en el Brescia donde fue acusado de dar positivo por
el uso de la nandrolona, un anabolizante androgénico esteroideo que se
encuentra en pequeñas cantidades de forma natural en el cuerpo humano. Sus
efectos positivos incluyen crecimiento muscular, estimulación del apetito y
aumento de la producción de glóbulos rojos y de la densidad ósea.
“Yo jamás me he dopado.
Es mi cuerpo quien produce un exceso de nandrolona de la misma manera que
también produce un exceso de nacionalismo”, alegó el señor Guardiola. Y fue,
lógicamente, absuelto.
El señor Guardiola no
sólo ha viajado mucho sino que también ha vivido junto a su familia unas
merecidas vacaciones de un año en Nueva York. Desde allí, además de aprender
inglés y estudiar alemán como miras profesionales, enarboló la flor
inmarcesible de la catalanidad.
Ante este soberbio
currículo, “voto a Dios que me espanta esta grandeza”, surge en mi atolondrado
cerebro una pregunta muy sencilla, ¿De qué o para qué se quiere separar este
buen señor si ya está separado del todo y para siempre del resto de los
mortales? Inmediatamente me viene otra: ¿Pretenderá el señor Guardiola que, al
separarse de la España Fagocitadora y Cruel, todos sus compatriotas catalanes
ganen sus mismos milquinientos y pico millones anuales? ¿Cómo resolverá este
reto el Gobierno Catalán?
Porque no puedo pensar
que el señor Guardiola siga aumentando alegremente sus ingresos mientras a sus
escindidos y, por fin, liberados compatriotas el Govern, los sigue desahuciando
y recortando prestaciones y derechos como hasta ahora no tenía más remedio que
hacer obligado por la España Invasora.
Seguro que el señor
Guardiola, nombrado por la Generalitat Consejero Áulico de Relaciones con
Europa, elaborará un plan para futbolizar por completo Cataluña de manera que
todos sus habitantes entren de manera natural en las ligas europeas más
selectas y millonarias.
Porque sería absurdo
pensar que el señor Guardiola destinase ingentes cantidades de su dinero a
pagar a los parados y a los desahuciados catalanes. No me consta que el señor
Guardiola alguna vez haya cogido aviones desde el mundo mundial para venir a
Cataluña a solidarizarse con los que no tienen trabajo ni prestaciones sociales
y sufren recortes en escuelas y hospitales.
No he oído del señor Guardiola
ninguna declaración en ese sentido o algo que pudiera parecerse como que
destinaría una gran parte de su dinero a contratar parados para formar un
ejército que pudiera defender a Cataluña de los pérfidos españoles.
El dinero del señor
Guardiola permanecerá en su bolsillo hasta el fin de los tiempos. Hace bien. Es
suyo y se lo ha ganado merecidamente en la más alta misión que han conocido los
siglos sobresaliendo del resto de los mortales; Jugar al fútbol y de vez en
cuando, sólo de vez en cuando, tomar aviones para votar. Como todo el mundo.
lunes, 27 de octubre de 2014
domingo, 26 de octubre de 2014
EL ORIGEN.
Los dioses no existen, claro, pero
Toth es especial. Entre otras cosas fue el que inventó a los dioses y la
escritura. Es el dios de los escribas y de los músicos, de los arquitectos y el
lenguaje, es decir, de la realidad. Por eso la última vez que estuve en el
Museo Británico, pasé de momias y sarcófagos, de toros alados y de la piedra
roseta y me fui directo a por la mirada de Toth, disfrazado de mono babuino.
Toth no dejó de mirar al vacío sin prestarme la más mínima atención. Pareció
incluso que le molestara mi presencia. Nada más lejos de la realidad porque esa
misma noche, se me presentó. Soñé que tenía una gran sed y que, en medio del
sueño, me levantaba y abría mi frigorífico alemán para coger una botella de
agua. Allí estaba él y tal y como aparece en la fotografía. Hierático e
irónico. Así me habló:
-Eres mi hijo muy amado en quien
tengo puestas algunas de mis complacencias. Te di el don de la palabra pero te
equivocaste de oficio. Te pusiste delante de ellas y te hiciste actor cuando
debiste ponerte detrás y escribirlas tú mismo. Has perdido miserablemente el
tiempo. Ya es hora de que rectifiques. Que no pase un solo día de tu vida sin
escribir. Ya te publicarán. Y cuando así suceda, tú éxito está asegurado. Junto
a la palabra te di la ironía y el humor, que son formas excelsas de la contradicción.
Nada más lógico que escribas historias sin historias. Regresa al sueño y ponte
a escribir….
Este es el verdadero origen de “EL
ESCRITOR SIN HISTORIAS”. Pronto en sus pantallas digitales y en papel, en
esmerada edición a cargo de EL TORO CELESTE.
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El oficio de escribir.
jueves, 23 de octubre de 2014
LA CORRUPCIÓN Y SU LÓGICA
Las corrupciones de hoy taparán, sin duda, las de ayer, que serán a su vez tapadas por las de mañana.
Conclusión:
Producir más cor
rupciones para anular la capacidad de indignación de la gente, curarla de espanto hasta agotar también su capacidad de imaginar
.
martes, 14 de octubre de 2014
LOS TRENES Y LAS METÁFORAS
Me podría pasar
toda la vida en tren viajando sin rumbo fijo por el mero hecho del viaje en sí.
Desde los trenes de mucho humo de la infancia a estos velocísimos e higiénicos
trenes modernos, provistos de bar, televisión, wi-fi y azafatas que hablan inglés,
reparten auriculares y ofrecen caramelos en una bandeja antes de llegar a la estación
término.
Ya sé que desde
hace un tiempo las azafatas no pasan con su bandeja de caramelos. Supongo que
se debe a los recortes. Enorme contradicción, porque es justo ahora, en que la
vida muestra a casi todos su cara más amarga, cuando deberían endulzarnos un
poco. Nos están retrocediendo a marchas forzadas al mundo en blanco y negro, después
de habernos hecho llevar un tren de vida multicolor que, por lo visto, no
correspondía a nuestros méritos y capacidades. Eso dicen, pero dicen tantas
cosas y usan a los trenes para tantas metáforas que parece que ya no
transportan mercancías o pasajeros sino imágenes. El tren en sí es una gran
imagen. Por fuera y por dentro.
Si por fuera,
habría que hablar del tren de los reyes magos que los padres regalan a sus
hijos como pretexto para sentirse niños otra vez y no salir de casa a enfrentarse
con el ruido y la furia de la cruda realidad. Haciéndonos niños, nos volvemos
abstractos e intemporales. A todos nos gustaría huir de vez en cuando de los
dolores y cansancios de esta vida trabajada y refugiarnos un poco en la
habitación del hijo. Yo, que ya no tengo edad para jugar, escribo sobre trenes que
es mi manera de darle cuerda a las metáforas hasta que se paren.
Si es por
dentro, entonces debo recurrir inmediatamente a la vez aquella en que viajé con
mi padre en un tren que nos llevó a lo largo de la noche hasta Madrid. Era la época
en que los vagones estaban divididos en compartimentos que daban a un largo
pasillo lateral con ventanillas que abríamos para ver cómo la locomotora, allá
lejos, soltaba el humo. En aquellos vagones había la posibilidad de encerrarse
en el compartimento y no querer saber nada del mundo o salir al pasillo de
afuera y hablar con desconocidos. Fue en ese viaje donde dormí sobre las piernas
de una mujer joven que me las ofreció de almohada. Escribo esto y me viene la metáfora
real de la mujer otra leyendo una novela en mi viaje a la Rochelle. Lo cual
significa que acabo de darme cuenta de que, ya desde niño, estaba especialmente
destinado a admirar las piernas de las mujeres como metáfora esencial del gran
viaje por la vida...
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viernes, 10 de octubre de 2014
EL ESCRITOR SIN HISTORIAS
Antes de ponerlas en escena, Moliere leía sus obras a la
criada para adaptarse lo más posible al gusto del público. Yo entrego mis
textos a lectores desconocidos, tres o cuatro, para que me den su opinión
sincera. Este romano sonriente es uno de ellos. Le dejé el borrador
último de "El escritor sin historias". A los dos meses vino y me
dijo:
- Tranquilo, que no te van a crucificar. Tu novela es amena.
El lector no se va a aburrir. Con eso llevas ya recorrido un buen trecho y
además la novela está llena de historias que van a parar al mismo sitio. Me lo
he pasado muy bien. Son diez mil….
Aquí lo tenéis, muy contento y sonriente.
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domingo, 5 de octubre de 2014
AUTOPUBLICIDAD DESCARADA
¡¡¡¡¡NOTICIÓN DEL COPÓN!!!!
Me acaban de informar mis queridos y atrevidos
editores de la editorial EL TORO CELESTE que a la novela le faltan horas para que salga del horno.
-Te vamos a embestir con nuestros celestiales cuernos y vas a llegar a la gloria.
Me han dicho muy serios y formales. Mirad, queridos compradores míos, qué cara se me ha puesto.
EL ESCRITOR SIN HISTORIAS.
* Un escritor desconocido que imparte un taller de escritura creativa a una jauría de lobos, dispuestos a despedazar los escritos del que esto suscribe.
* Una profesora de yoga que inicia al escritor desconocido en el tantrismo sexual y en la literatura orientaloide.
* Un mono neurótico que, saliendo de mi mente, intenta decapitar al escritor desconocido con una espada samurái.
* Yo que establezco con mi frigorífico alemán una relación erótica.
* Mi amigo el Perea desapareciendo por los mares del Norte.
* Una cajera del supermercado con la que bailo un vals.
* Una hija que, tras pagarle la carrera de periodismo, se convierte en mi más furibunda crítica.
* Un brujo maya que le augura un futuro lleno de fama y gloria al escritor desconocido...
EL ESCRITOR SIN HISTORIAS es una novela llena de historias.
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viernes, 3 de octubre de 2014
RICOS.
lunes, 29 de septiembre de 2014
GENTE TÓXICA.
Una de las características básicas de la gente tóxica es que produce adicción. Quizás sea porque todos tenemos la misma sustancia que ellos, sólo que en dosis bastante menores. Incluso es posible que la sustancia sea beneficiosa en cantidades pequeñas. Lo que para nosotros es un remedio, para ellos constituye un veneno que puede ser nuestro si no tomamos las debidas precauciones.
miércoles, 17 de septiembre de 2014
TEORÍA LITERARIA MUY BREVE II
CONCLUSIÓN:
Uno empieza un libro imponiendo su voluntad hasta que el libro se apodera por completo de la escritura. No hay nada que hacer salvo dejarse llevar.
CONCLUSIÓN DE LA CONCLUSIÓN:
Se escribe como se puede.
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domingo, 14 de septiembre de 2014
miércoles, 10 de septiembre de 2014
REQUISITOS PARA SER BANQUERO.
1/No tener el más mínimo escrúpulo para robar mucho y bien.
2/Procurarse una pátina delicada de fina cultura y filantropía mediante fundaciones que, eso sí, desgraven.
Conclusión:Es la única manera de pasar a la historia(con más sombras que luces, por supuesto) sin ser nunca merecedores de atarles la correa de los zapatos a los artistas y escritores.
Compárense los Médicis con Miguel Ángel, a Erasmo de Roterdam con los Fugger, a los Sforza con Leonardo da Vinci...etc
domingo, 31 de agosto de 2014
sábado, 30 de agosto de 2014
TIEMPO Y RECUERDOS
Llega un tiempo
en que es preferible no saber ya nada acerca de los rostros que nos
acompañaron. Es nuestro deber y salvación mantenerlos incólumes a través de los
recuerdos.
miércoles, 20 de agosto de 2014
VIDA.
Básicamente mi limito a vivirla y a pensar sobre ella...¡Y no estoy dispuesto a renunciar a ninguna de las dos cosas!
martes, 19 de agosto de 2014
sábado, 9 de agosto de 2014
DANTE Y LAS MATEMÁTICAS.
DE MONARCHIA.
Es un tratado escrito por Dante en 1310. Hastiado por las continuas guerras entre el Emperador del Sacro Imperio y el Papado que destrozaban Italia, ya preconiza con meridiana claridad la separación total de la Iglesia y el Estado. Después vino Petrarca que dice lo mismo y un poco más tarde el gran Maquiavelo que vuelve a insistir otra vez en su famoso tratado El Príncipe...
...Y mientras tanto el gobierno del señor Zapatero le sube la subvención a la Iglesia.
Problema matemático:
Calcular, grosso modo, los años que llevamos de retraso.
jueves, 31 de julio de 2014
GUÍA DE POLÍTICA PRÁCTICA.
No poner el nombre de ningún político en ejercicio a ninguna calle, avenida, rotonda, estadio de fútbol, hospital etc ni tampoco concederle ningún título honorífico de ninguna clase tales como rector magnífico o hijo de puta adoptivo ni entregarle ninguna llave de la ciudad, no sea que entre por la noche y lo robe todo ni levantarle, por supuesto, ninguna estatua con o sin caballo ni rendirle ningún homenaje para nada ni en ningún caso.
Periodo de carencia: 50 años. Es la única manera de evitar que tanta gente de tantos sitios quede con el culo al aire.(Merecido se lo tienen por idiotas lameculos).
Periodo de carencia: 50 años. Es la única manera de evitar que tanta gente de tantos sitios quede con el culo al aire.(Merecido se lo tienen por idiotas lameculos).
lunes, 21 de julio de 2014
EL ACTOR Y LA METAFÍSICA.
Un actor, como cualquier artista, no necesita ninguna metafísica. Necesita trabajar y que le paguen. La metafísica...que la pongan los críticos.
Cada vez soporto menos las reflexiones de los artistas sobre su arte. Y de los actores...ni hablemos.
Cada vez soporto menos las reflexiones de los artistas sobre su arte. Y de los actores...ni hablemos.
viernes, 18 de julio de 2014
CANCIONERO DEL CARNICERO LUCIANO DE OLIVENZA
Luciano nació en
la ciudad extremeña de Olivenza, un
poco pasada la primera mitad del siglo anterior, más concretamente en 1954.
Desde que Luciano hizo la mili en los albores de nuestra gloriosa transición
nacional, no ha vuelto a salir de la comarca que engloba a España y Portugal.
Cuando Luciano se pone transfonterizo llama a su comarca Lusiespaña o Españilusia
según sea la procedencia del vino que en ese momento esté trasegando. Cuando
Luciano transmuta por completo en poeta, no duda en llamarla con toda propiedad
“El Mundo” pues, aparte de la
aventura militar obligatoria, no ha salido de su tierra más que para llevarse a
La Rufina de viaje de novios a
Lisboa. Allí estuvieron una semana visitando el zoológico donde había un
elefante que tocaba una campanilla cuando se le echaba un escudo, paseando por
la ciudad a pie o recorriéndola a lomos de su Lambretta y yéndose a comer a los
restaurantes de la Rua dos Sapateiros. Muy mirado para las cosas de comer,
posee un instinto especial para detectar restaurantes honestos donde se come
bien a buen precio. Otros, como mi amigo Cristian
Noyer, son expertos en elegir los peores restaurantes posibles.
Desde entonces,
Luciano y Rufina no han vuelto a salir de Olivenza y sus alrededores dedicados
en cuerpo y alma a los cerdos y a sus hijos. Los sábados suelen ir al Corte
Inglés de la capital o a Elvas. Luciano es muy conocido por ser el mejor
matarife a cien kilómetros a la redonda, regentar la mejor carnicería de su
pueblo y componer poemas al cerdo en régimen de exclusividad: “Aunque, de vez
en cuando, entrevero a la parienta para que no se me encele”. Efectivamente, la
Rufina hace de madonna Laura en su
poesía, “campestre y bellotera” como le gusta definirla a Luciano. Lo de
madonna Laura es aportación culta de este humilde compilador. Quiero decir que
la inspiración poética del Luciano es purísima, puesto que sólo ha leído
novelas de Marcial Lafuente Estefanía y
las revistas guarras de cuando lo mandaban en la mili a hacer guardia. Cuando
un día le pregunté al Luciano de dónde le venía el estro poético, me contestó
que de un aire que le dio en la Plaza del Rocío de Lisboa justo en el momento
en que se acordaba de sus cerdos. Allí “empestiñó” su primera rima pensando en
el nombre que le iba a poner a la carnicería; “El cochino divino”. Desde entonces no ha parado.
Nuestra amistad
se forjó hace muchos años en que, por razones que no vienen al caso, me tuve
que venir desde Sevilla a Badajoz, a casa de mis padres para acabar de preparar
las oposiciones. Un amigo común del instituto me invitó a una matanza de fin de
semana en Saô Bento da Contenda.
Jamás olvidaré cuando vi al Luciano por primera vez despiezando a un cerdo con
una habilidad prodigiosa mientras improvisaba poemillas en medio de la alegría
general y de la suya en particular por el continuo trasiego del mollate.
Su obra poética
tiene por título general: “Cancionero de Luciano de Olivenza” y consta de dos
partes; “Poemas al por mayor” o “Poemas Puercos”, que son los menos, y “Poemas
al por menor” o “Coplillas Cochinas”, que son los más. Mi amistad con el poeta
oliventino me ha permitido transcribir toda su poesía que es casi por completo
oral, fruto de las improvisaciones orgiásticas. De ahí el nombre de “Cancionero” como le sugerí, a lo que el
Luciano dio su consentimiento diciendo que hiciera lo que me viniera en gana,
que él de lo único que de verdad entendía era de cerdos y de bajarse al pilón.
Los “Poemas Puercos” son composiciones de mayor enjundia rítmica y métrica,
rumiados en la soledad de la carnicería o bien cuando al caer la tarde, con la
fresquita, saca su silla de aenea y mira el campo, entonces “No sé por qué
siempre me da por pensar en el aire que me dio en Lisboa”.
Las “Coplillas
Cochinas” son poemillas ligeros y breves, la mayoría compuestos en plena
matanza, si bien los más líricos, aquellos que guardan gran similitud con los
exquisitos haikús, son: “Regurgitados en plena siesta campestre. Cuando me
entra el soponcio, antes de dar la cabezá bajo la encina, miro p´arriba y me vienen”.
Y ahora tengo el
honor de ofrecer a mis queridos lectores, en rigurosa primicia, este
tetrástrofo monorrimo en endecasílabos que habla bien a las claras de un poeta
de extrema sensibilidad y perspicacia para aprehender el mundo que le rodea
desde la mirada totalizadora y purísima del cerdo. Obsérvese cómo los dos
primeros versos con rima interna presentan una fina estampa de reminiscencias
renacentistas al estilo del locus
amoenus que dan paso a un cierto erotismo henchido de futuro
agroalimentario cuyo centro poético son, en originalísima novedad, los
intestinos:
En medio del prado oliventino
Yace despatarrado un cochino,
Mostrando al aire sus intestinos
Que embucharán embutidos finos.
“El cancionero
de Luciano de Olivenza” ha sido recientemente publicado en edición de lujo con
introducción y notas de este humilde compilador en la editorial Presas
Ibéricas, camino del matadero s/n Olivenza, (Badajoz).
Etiquetas:
El oficio de escribir.
sábado, 12 de julio de 2014
LA FOTOGRAFÍA.
Miro
esta fotografía y no puedo dejar de reconocerme. Es más, me atrevería a decir
que esa extraña juntura de puro y tocado de señora para boda provinciana son el
reflejo más exacto de mi alma. En el medio, un rostro que se acopla como un
guante.
Aunque
parezca mentira, a ese rostro lo nacieron para niño serio y hombre de provecho
el día de mañana, pero vino el día de mañana y no hubo provecho ni tampoco
seriedad.
Sin
embargo disponía de las herramientas necesarias para ser un triunfador sin
escrúpulos; inteligencia y voluntad, disciplina y espíritu de sacrificio. De
habérmelo propuesto podría haber llegado muy lejos. Pero no me lo propuse…
(No
vea el lector en mí engreimiento alguno. Tengo la edad suficiente para sentirme,
por fin, impune e inmune. Nada he hecho para merecer los dones anteriores, como
tampoco nada hice para tener la altura que tengo o la calvicie que me posee.
Son gajes del destino. Otra cosa bien distinta es el destino que uno da a lo
que conceden los dioses graciosamente).
…Y
no me lo propuse porque los susodichos dioses me favorecieron con otro don que
ladinamente debilitaba y pervertía a sus
pares. Me refiero a la sin par imaginación. En vez de encaminarme hacia
elevados y prácticos fines, me condujo hacia el jolgorio y el frenesí. La alegre
y veraniega cigarra triunfando clamorosamente sobre la práctica e invernal
hormiga.
La
imaginación, rompedora de ortodoxias y cataplasmas, pesadeces y aburrimientos,
es don divino por antonomasia, muy poco acorde con la práctica de oficios solemnes.
Para triunfar en los mundos de la pompa y el protocolo se necesita no tener
escrúpulos y para ello nada mejor que estar desprovisto de imaginación, pues ésta
hace que el supuesto verdugo se ponga en el lugar de la segura víctima y así,
por pura empatía y conmiseración, uno no pisa, no aplasta, no sube, no trepa y,
por lo tanto, a nada llega. La ambición, que no conoce límites, se ve muy
constreñida por la imaginación. Ambas se repudian. Es sumamente difícil que una
persona imaginativa sea ambiciosa, mientras que es imposible que una persona
ambiciosa sea imaginativa. La persona imaginativa, al llevar el mundo dentro de
sí, no necesita salir y conquistarlo ¿Para qué esforzarse en conseguir lo que
ya se tiene?
La
persona ambiciosa, empero, suele estar angustiada por conseguir lo que no
tiene. De ahí que se muestre ansiosa e hiperactiva, con una tendencia muy
pronunciada a ser una mala persona y un hijo de puta, en general.
Compárese
a un presidente de gobierno, por ejemplo, con el ejemplo palmario de mi
fotografía. No hay color. Con ese rostro estoy perfectamente capacitado para
escribir frente al jardín de mi casa mecido por la brisa matutina y acunado por
el dulce canto copulatorio de los pájaros en tanto que el presidente del
gobierno tiene un desayuno de trabajo o trabaja en un monótono discurso o
maquina trabajosos y sucios planes para que nadie le haga sombra.
Es
más, si quiero, puedo levantarme ahora mismo de la mesa e irme raudo como el
viento a dar un paseo por la playa para pensar en lo que escribo, mientras mi
alma se llena de la belleza de los cuerpos semidesnudos tendidos al sol o, al
contrario, puedo inscribir en mi alma la belleza de los cuerpos semidesnudos tendidos
al sol y ponerme después a pensar. Teniendo imaginación, el orden de los
factores siempre alterará, para bien, el producto.
El señor presidente del gobierno, en cambio,
deberá tener en cuenta tantos factores para levantarse del sillón sin que se lo
quiten, que lo más probable es que no se despegue de él ni un segundo. Así no
podrá mantener nunca conversaciones interesantes con mujeres desconocidas,
inteligentes y muy sensuales como me
suele pasar a mí cada dos por tres. ¿Quiere esto decir que he tenido una vida
muelle e irresponsable? En absoluto. La parte seria de mi vida hizo que
aprendiera sumisamente todas las reglas. No hay código que no conozca, no hay
norma que no haya obedecido.
Por
eso ahora soy un código descodificado, un ser normal fuera de lo normal que se
permite licencias cuando le apetece.
La
boda de mi hermano fue una pequeña muestra de hasta dónde puedo llegar. Pero antes de llegar al instante de la
instantánea, pasé todos los controles de calidad pertinentes, tratándose de una
boda tradicional.
Asistí
como católico confeso y contumaz a la santa misa oficiada en la iglesia
catedral de la ciudad donde me nacieron. Aposentado en las filas postrimeras,
al lado de mi descreída esposa y con mis hijos como atónitos testigos, realicé
con esmero y pulcritud todas las genuflexiones requeridas, todos los gestos que
demandaba el ritual. Triunfé como hijo pródigo que se prodiga muy poco en esta
clase de festines.
(Debo
confesar que el protocolo eucarístico lo tenía bien aprendido. No solo por la vía
infantil de cuando me bautizaron, confirmaron y comulgaron hasta los quince
años sino también por la vía consuetudinaria, marcada por la virtud de la
piedad que me impulsaba a darle a mi madre alguna alegría yendo con ella a misa
muy de vez en cuando.
Era
digna de ver su sonrisa agradecida cuando la acompañaba junto a mi padre a la
iglesia de San Juan Bautista y en vez de irme con viento fresco a dar una
vuelta por ahí y recogerlos después, me introducía con ellos en el oscuro
templo con paso seguro y firme el ademán para, una vez dentro, proferir con voz
grave salmos y preces henchido de fervor religioso y de histrionismo contenido.
Era
lo mínimo que podía hacer por ella desde que a los quince años le dije que era
ateo, acompañando mi ateísmo con una retahíla de argumentos contundentes a los
cuales no pudo responder).
Más
tarde vino el convite en los salones de un hotel postinero y allí, durante el
ágape, sostuve amenas e insustanciales conversaciones con mis compañeros de
mesa hasta que llegó el puro con que aparezco. Detrás de él, un atisbo de
sonrisa en los labios refrendada ostentosamente por una mirada cómplice. La
mirada cómplice está, a su vez, entreverada por un velo asociado a un bonete
ocultador de la calvicie.
Si el amable lector fija una vez más su atención
en la estrambótica fotografía, observará que mi rostro de halla dividido en dos.
La parte materna llega justo hasta donde la nariz tiene su fin. La parte
paterna principia donde acaba mi madre hasta desembocar con naturalidad en la
mano que se posa suave y viril en el brazo. No podía ser de otra forma. Quiero
decir que mi alma se ve fielmente representada en el reparto armónico.
Si
nos vamos a la parte materna, ésta ocupa, con todo merecimiento, la parte
superior. Allí se aposenta la calvicie, pero también tiene asiento la
inteligencia. El bonete encubridor alude a la incuestionable habilidad femenina
para el ocultamiento y el disfraz. Una mujer lo es en tanto sabe, con la
sabiduría antigua de afeites medievales, tocados renacentistas y complementos
decimonónicos más o menos ostensibles e incómodos, realzar sus bondades y
esconder sus defectos. Nada que objetar. El arte artificio pide.
(¿No
es acaso el pintor retratista un fingidor exquisito que, aun acercándose lo más
fielmente posible a la geografía de un rostro, elimina de él toda excrecencia
innecesaria; alguna anecdótica verrugilla, cierta arruga superflua?)
La
mujer hace arte de sí misma y pide al varón que la disfrute, no solo en lo que
es sino también en lo que no es, pues muy sutiles son las relaciones entre aparentar y ser.
Si
un poeta excelso dijo que uno es del tamaño de lo que ve, es obvio que el
tamaño de mi delatora calvicie queda fuera del mundo visible y, por lo tanto,
no existe. ¿Y qué decir del velo revelador? He dicho bien. Revelador y
enaltecedor de una inteligencia poderosa, basada asimismo en la femenina
cualidad de la observación atenta con la que mi madre me dejó bien provisto
¿Deberé una vez más afirmar que prácticamente nada he añadido a lo que me fue
dado de fábrica?
Derrotadas
por fin las falsas humildades del judeocristianismo, no tengo miedo a casi
nada. Libre de la opinión de los demás, emito la mía propia sin estúpidas
cortapisas, salvo en lo que se refiere a la imprescindible educación y a la
siempre alabada discreción.
Mi
madre fue una mujer de inteligencia sumisa y discreta. Como tantas que vivieron
bajo el poder del varón. De la inteligencia de mi madre fui eliminando de a
poco la sumisión y el susto, y adoptando con mucho esfuerzo la discreción que
me guía. (Invisibilizarse
como la milenaria tortuga es placer de dioses). Salvo cuando se produce en mí
una explosión interna que, rompiendo virilmente el caparazón en donde
desaparezco, me hace surgir en ostentosa exhibición. Mecanismo compensatorio,
fluctuación dulce.
Mi
padre siempre lo tuvo muy claro: “Vuestra madre es más inteligente que yo”
La
observación atenta o perspicacia tiene tres canales por donde recibe la
información del mundo. La vista, el oído y el olfato. Pues bien, los tres
sentidos se ven amparados en la fotografía por el velo que los acoge solícito. “Estos son
mis hijos muy queridos en quienes tengo puestas todas mis complacencias y
goces”
Velo
tenue y sutil que, al mismo tiempo que difumina suavemente, exalta y engrandece
lo que aparenta tapar y no tapa. Lo
femenino en su máximo esplendor ¡Ambigüedad, tienes nombre de mujer!
Acaba
el velo y empieza la oralidad varonil cuyo centro indiscutible y único es la
boca que no se ve acompañada de ningún ornamento piloso, ya sea bigote, perilla
o barba. Es un rostro limpio que se muestra a la intemperie sin escudarse en
nada. Es más, la boca queda acentuada por un puro del que saldrán como
vaharadas miles de palabras que desaparecerán en el éter o bien quedarán fijadas
por escrito en efímera eternidad. No hay nada sutil en un puro. El puro se
sostiene a sí mismo con su presencia omnipotente. El puro es lo que es. Sin
trampa ni cartón.
¿Puede
haber un retrato más fiel de un escritor? ¿No son la observación atenta y la
palabra las herramientas de que nos valemos? ¿Y no es también el puro el deseo
de mantenerse erguido en la palabra?
Aquí
te entrego, lector, mi retrato más cabal e inconsciente. Pues fue que, ante la
solicitud amable del fotógrafo, estando ya con el puro en la boca, me levanté
como un resorte impelido por la aguda conciencia de que me faltaba algo. Mis
pies me llevaron con inusitada rapidez a la mesa presidencial donde estaba mi
madre, vestida con la elegante sencillez del color morado que tan bien le
sentaba. Entonces le pedí el tocado, ella me lo dio y me vine a la mesa para
componer, de una vez por todas, el reflejo más exacto de mi alma.
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