De entre esta conjura
incesante de necios que hacen todo lo posible por volvernos completamente
idiotas, destaca el señor Guardiola. No por necio, que no lo es en absoluto,
sino por ser un privilegiado.
El privilegio del señor
Guardiola es doble. Por un lado dispone de un cerebro único de alto
rendimiento. No es un vulgar investigador que gana el premio europeo al mejor
científico joven y pierde una beca en nuestro país. Tampoco es un arquitecto
que levanta hermosos y prácticos edificios para que la gente viva mejor o un
ingeniero constructor de obras solventes y sólidas. Nada que ver, ni mucho
menos, con un cirujano cardiovascular que trabaja en un hospital público con un
contrato del 75 por ciento debido a los recortes. Compararlo a un catedrático
universitario con un montón de libros a sus espaldas, sería un insulto. Para el
señor Guardiola, por supuesto. Y si descendemos a la escala social e
intelectual de funcionarios que funcionan; jueces, abogados, informáticos,
maestros, administrativos o de gente que va por libre como los artistas y los
trabajadores manuales, confrontarlos al señor Guardiola, una broma de muy mal
gusto. Para el señor Guardiola, insisto.
Porque el señor
Guardiola ha dedicado su privilegiado cerebro a la más alta misión que han
contemplado los siglos. Dar magníficas patadas a un balón, cuando joven, y ya
de mayor, enseñar a otros a dar magníficas patadas a otros balones. ¿Cabe
misión más encomiable?
El otro privilegio del
señor Guardiola consiste en percibir una retribución acorde con su estatus
intelectual. Según parece, su contrato de entrenador con el Bayern Munich
alcanza la cifra de 9,3 millones de euros por temporada. Limpios de polvo y
paja. Traducido al castellano serían 1.547 millones de pesetas. Sólo el sueldo mondo y lirondo, sin contar sus
lógicos ingresos por obtención de objetivos y publicidad.
Es decir, que el señor
Guardiola se levanta temprano con el fin de iniciar su dura tarea y, mientras
va al baño para depositar su privilegiada orina, puede que, antes de tirar de
la cadena, se haya dicho con justa satisfacción: “Este día voy a ganar, como
mínimo, cuatro millones doscientas treinta y ocho mil trescientas cincuenta
seis pesetas. Me lo merezco”. Y tras una pausa, es posible que se haga una
sencilla pregunta: “¿Cuántos aviones puedo tomar de Munich a Barcelona para
cumplir con la tarea catalana de separarme del temible Estado Español?”
Pero antes de escindirse
de semejante monstruo, lució como nadie la camiseta de la selección española,
realizó excelentes partidos con el equipo de sus amores, el Barcelona, ganando
6 Ligas del país opresor, 2 Copas del Rey Borbón, 4 Supercopas supervejatorias,
más 1 Copa de Europa, 1 Recopa de Europa y 2 Supercopas de la UEFA, acabando su
excelsa carrera en Italia en el Brescia donde fue acusado de dar positivo por
el uso de la nandrolona, un anabolizante androgénico esteroideo que se
encuentra en pequeñas cantidades de forma natural en el cuerpo humano. Sus
efectos positivos incluyen crecimiento muscular, estimulación del apetito y
aumento de la producción de glóbulos rojos y de la densidad ósea.
“Yo jamás me he dopado.
Es mi cuerpo quien produce un exceso de nandrolona de la misma manera que
también produce un exceso de nacionalismo”, alegó el señor Guardiola. Y fue,
lógicamente, absuelto.
El señor Guardiola no
sólo ha viajado mucho sino que también ha vivido junto a su familia unas
merecidas vacaciones de un año en Nueva York. Desde allí, además de aprender
inglés y estudiar alemán como miras profesionales, enarboló la flor
inmarcesible de la catalanidad.
Ante este soberbio
currículo, “voto a Dios que me espanta esta grandeza”, surge en mi atolondrado
cerebro una pregunta muy sencilla, ¿De qué o para qué se quiere separar este
buen señor si ya está separado del todo y para siempre del resto de los
mortales? Inmediatamente me viene otra: ¿Pretenderá el señor Guardiola que, al
separarse de la España Fagocitadora y Cruel, todos sus compatriotas catalanes
ganen sus mismos milquinientos y pico millones anuales? ¿Cómo resolverá este
reto el Gobierno Catalán?
Porque no puedo pensar
que el señor Guardiola siga aumentando alegremente sus ingresos mientras a sus
escindidos y, por fin, liberados compatriotas el Govern, los sigue desahuciando
y recortando prestaciones y derechos como hasta ahora no tenía más remedio que
hacer obligado por la España Invasora.
Seguro que el señor
Guardiola, nombrado por la Generalitat Consejero Áulico de Relaciones con
Europa, elaborará un plan para futbolizar por completo Cataluña de manera que
todos sus habitantes entren de manera natural en las ligas europeas más
selectas y millonarias.
Porque sería absurdo
pensar que el señor Guardiola destinase ingentes cantidades de su dinero a
pagar a los parados y a los desahuciados catalanes. No me consta que el señor
Guardiola alguna vez haya cogido aviones desde el mundo mundial para venir a
Cataluña a solidarizarse con los que no tienen trabajo ni prestaciones sociales
y sufren recortes en escuelas y hospitales.
No he oído del señor Guardiola
ninguna declaración en ese sentido o algo que pudiera parecerse como que
destinaría una gran parte de su dinero a contratar parados para formar un
ejército que pudiera defender a Cataluña de los pérfidos españoles.
El dinero del señor
Guardiola permanecerá en su bolsillo hasta el fin de los tiempos. Hace bien. Es
suyo y se lo ha ganado merecidamente en la más alta misión que han conocido los
siglos sobresaliendo del resto de los mortales; Jugar al fútbol y de vez en
cuando, sólo de vez en cuando, tomar aviones para votar. Como todo el mundo.
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