Siempre me ha llamado mucho la atención
cuando un actor habla del personaje que interpreta como “mi personaje”,
apropiación indebida, por un lado, pues el personaje
pertenece al autor.
Apropiación necesaria, por otro lado, pues ¿De qué otra
forma que mediante esa posesión circunstancial y efímera, puede el actor
afrontar con éxito su esencial vulnerabilidad?
“Soy lo que interpreto”, se dice el
actor a sí mismo en el momento de subir
al escenario; experiencia límite, frontera inexcusable.
“Madame Bovary soy yo” escribió
Flaubert.
Transustanciación radical,
identificación plena.
Establecer una cordial distancia
entre el actor y el personaje forma parte de un oficio que consiste básicamente
en controlar el miedo.
2 comentarios:
Ni una línea se me escapa de lo que escribe.
Ni una
Un abrazo
Muchísimas gracias.
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