Promediada la
clase de Gramática, el maestro Juan de Mairena pregunta a un alumno:
-A ver ¿Qué
tienen en común los verbos CREER y SABER?
-Nada que yo
sepa-, responde el alumno.
-¿Usted cree?
Recapacite un poco.
Tras una larga
pausa el alumno contesta:
-Como no sea que
ambos verbos pertenecen a la segunda conjugación…
- Los dos son
también irregulares aunque, en mi opinión, uno lo es mucho más que el otro.
-¿A saber?-,
pregunta el alumno.
- De CREER se
puede decir “Yo creo” pero de SABER no se puede decir “Yo sabo”. SABER es
bastante más irregular y anormal que CREER.
- Yo sabo es lo
que dicen los niños.
-Exacto, los
niños no saben, por eso son inocentes.
- Claro, por eso
creen en los reyes magos y en el ratoncito Pérez-.
-¿Y los adultos
que creen?
- Serán como
niños, digo yo-, responde muy conclusivo el alumno.
-Exacto-, dice
Juan de Mairena-. No saben conjugar. Por eso confunden la metafísica con la
gramática.
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