(TO MY SON)
Mi hijo
tiene quince años, va al instituto y este año tiene entre sus asignaturas
Historia Contemporánea. Hace poco me dijo que estaban dando la segunda guerra
mundial.
Desde
hace un par de años estudio Historia de manera contumaz, redescubriendo una
antigua pasión desde mi época de la Universidad, que solía cerrar con puntualidad
matemática las autoridad gubernativa, cada vez que al entonces príncipe Juan
Carlos le daba por visitar Sevilla. Era época de huelgas y persecuciones.
Mi hijo
de vez en cuando me consulta algo y charlamos. No hace mucho hablamos de la
Gran Depresión, de sus causas y consecuencias. También de sus similitudes con la
crisis que nos asola. El otro día, en medio del desayuno, me sorprendió
lanzando el nombre de estos tiempos como
un dardo que se clavara en el mismo centro de la diana: “La guerra lenta”, dijo
y después se levantó y le dijo a su madre si lo podía llevar en coche al
instituto porque se le había hecho tarde.
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