El otro día, en plena huelga de hambre que hicimos
los cochinos del Porquero (excepto las compañeras cochinas que están preñadas o
con la leche en sus mamas) vimos a nuestro amo y señor venirse hacia las
pocilgas farfullando improperios por lo bajo, hasta que llegando hasta nosotros,
lanzó a pleno pulmón su potente voz y dijo mirando al cielo con los puños
levantados:
“¡Serán cabrones! ¡Que llaman lanzamiento de
hipoteca al infame acto de lanzarles una patada en el culo a cientos de miles
de familias que echan alevosamente de sus casas! ¡Ni tan siquiera tienen
cojones de llamar a las cosas por su nombre! ¡Lo que hay que hacer es
liberarnos del miedo que nos hipoteca y
lanzarles una buena patada en el culo a los banqueros y a los políticos
que están a su servicio!”
Y ya más tranquilo, tras el desatoro emotivo,
empezó a hablar para sí como si no existiéramos:
“Claro que si llamaran a las cosas por su nombre,
empezarían a tener conciencia y si tuvieran conciencia dejarían de ser lo que
son y nadie puede dejar de ser lo que es, aunque para ello tenga que ser una
cosa distinta de quien realmente es y para esa engañifa esencial de aparentar
ser lo que no se es, está el eufemismo cuya misión fundamental es endulzar la
realidad pura y dura y hacérsela tragar al personal a ver si con suerte traga.
El personal suele tragar cuando la realidad no es
dura, pero claro, cuando hay seis millones de parados y cuatrocientos mil
desahucios, ya no hay eufemismos que valgan y entonces la gente empieza a
llamar al pan, pan y al vino, vino y empieza la revolución que no es otra cosa
que llamar a las cosas por su nombre de lo cual se deduce que…”
Y aquí se paró porque se dio cuenta de que toda la
porqueriza estaba atenta a sus palabras y entonces se puso colorado y a modo de
excusa nos dijo:
“Ser o no ser, he ahí la cuestión”, entonces, se
encogió de hombros, dio media vuelta y se esfumó.
(Nota al margen: El Porquero me dice que lo
disculpa ante los lectores del blog que hayan querido poner un comentario y no
han podido. Que todo ha sido culpa suya y de su poca pericia en asuntos
informáticos, que parece que ya está todo arreglado y que espera recibir los
comentarios fresquitos de quienes deseen hacerlo. El cochino amigo)
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