Suponiendo que podamos achacar la crisis en España
a una sola persona (lo cual es de un infantilismo atroz o de un cinismo a
prueba de bombas) la realidad política, si hay que ponerle un rostro, resulta
deprimente.
El presidente anterior; mediocre e inepto, ha sido
sustituido por otro presidente igual de mediocre e inepto. Sin embargo hay una
sustancial diferencia. El anterior era un iluso y éste es un cobarde.
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