Mis ojos han visto oficinas repletas de amables mujeres que despliegan una gracia aérea tras los mostradores, hospitales diligentemente atendidos por doctoras y enfermeras, ambulancias conducidas por bellísimas y seguras amazonas mientras por todas partes un tropel de machos aturdidos forman larguísimas colas esperando no se sabe qué o se agitan en la nada como espermatozoides enloquecidos.
Gracias a esta santidad que adquirí recientemente en un parque de la ciudad donde nací, puedo tener una visión panorámica y auténtica del mundo y en verdad en verdad os digo que o nos ponemos las pilas alcalinas de funcionar mucho y largo o quedaremos como una colección decorativa de penes monótonos dedicados en exclusiva a la fabricación de mujeres inteligentes y trabajadoras que arramblarán en el mercado laboral. (El mercado sexual les pertenece por derecho propio).
1 comentario:
En unos minutos vuelvo...
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