Ayer, desde las siete
de la mañana hasta el fin del día, cayó a plomo un frío siberiano sobre el
secadero de arroz donde se rodaba la película de Alberto Rodríguez LA ISLA
MÍNIMA. Todas las escenas se rodaban en exteriores.
Es cierto que el frío,
tan igualitario, nos atacó a todos, pero no es menos cierto que se cebó
inmisericorde sobre los cuerpos inermes de figurantes y actores vestidos como
si fuera verano.
Paradojas del cine. Es
probable que el frío de ayer se haga un hueco en mi memoria del fututo y allí
permanezca para siempre. Simple anécdota. Porque lo importante fue la
amabilidad de todos y su diligencia en socorrernos, la cercanía del director
matizando a los actores y la belleza de las imágenes que iba fotografiando Alex
Catalá.
La imagen que aquí te
muestro pertenece al rodaje. “El Peter O´Toole de las Marismas”, me llamó uno
de los productores cuando vio las imágenes en el monitor. Peter O´Toole era mi
actor favorito en los lejanos días de la infancia cuando no sabía que iba a ser
actor. Lo que sí sé es que esta imagen que ves, tomada en un descanso,
pertenece a otro día donde el traje se acomodaba como un guante a la benignidad
del clima.
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