Era un soberbio estratega. Tenía un talento innato para llevar a cabo
planes casi imposibles. Sin embargo, su descuido de los detalles últimos, le
hacía poner a sus hombres a los pies de los caballos. “El enemigo que tengo enfrente no es nadie comparado con el enemigo que llevo dentro”, me dijo una vez
antes de la batalla final.
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