… “No, la verdad, es que no me arrepiento de nada…..No cambiaría nada de mi vida, la acepto tal y como ha sido…Si volviera a vivir, haría las mismas cosas con los mismos aciertos y las mismas equivocaciones…” y así ad líbitum en una infinita cadena de tropiezos en la misma estúpida piedra.
Solución I-Elimínese la piedra estúpida. (Imposible). En el caso muy improbable de que pudiera hacerse desaparecer, seguro que vendría algún estúpido y la volvería a poner para darse el gusto de tropezar y no arrepentirse.
Solución II-Elimínese la estupidez. (Totalmente imposible). Las piedras protestarían.
Solución III- (La más práctica).Condénese a los estúpidos, que nunca se arrepienten de nada, a leer hasta el fin de sus días el mito de Sísifo, transportador eterno de la piedra.
5 comentarios:
Seguro que los condenados a la tercera solución encontrarían el mito delicioso y la labor del Sísifo digna de encomio, vamos que no les importaría hacer ellos lo mismo.
Un saludo.
Mucho me temo que podría ser así.
No sé la solución que elegiría.
¿ No hay alguna para los que se arrepienten de todo?
Saludos a los dos
Tampoco me parece a mí,señorita, que hay que exagerar.No le permito que sea más radical que yo.En pleno existencialismo Camus acuñó un par de frases demoledoras "Los hombres mueren y no son felices" "El único problema filosófico válido es preguntarse si la vida merece la pena o no vivirse"...
¿ Me permite?
Creo que la vida, como el matrimonio, debería tener una caducidad de cinco años +- y poder decidir sin presiones,tristezas y sin morirse, si queremos seguir con la que tenemos o elegir una diferente.
Señor Porquero, no es posible ser más radical que usted.
Por cierto, me gustaría decirle que tenía hambre de su blog.
Felices sueños
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