lunes, 29 de noviembre de 2010

HIPERMETROPÍA Y ESCRITURA.




Algunos filósofos del lenguaje piensan que la realidad en sí misma no existe sino que es producto del lenguaje. No estoy del todo seguro, pero de lo que no me cabe la menor duda es que la realidad para mí es producto de mi hipermetropía.



El cristalino de mis ojos tuvo que acomodarse a la distancia pues la hipermetropía hace que me sea muy incómoda la visión cercana de las cosas. O sea que, desde la cuna, el defecto de mis ojos me inclinaba a tener una visión distanciante e irónica del mundo. Por eso no puedo escribir culebrones ni melodramas. Me pongo, por ejemplo, a escribir una historia falsamente histórica de las que se llevan ahora y enseguida tomo distancia distanciando al pobre lector al que nunca dejo que se meta en la historia pues la interrumpo con continuas digresiones. Desde el punto de vista narrativo, soy un cursus interrumptus. Jamás podré ser un novelista de bestsellers.





Desde el punto de vista amoroso, mis éxitos han sido escasos pues la hipermetropía me ha encaminado a un antirromanticismo demoledor que echaba para atrás a las damas que siempre me veían distante y lejano. ¿Cuánto más rica y variada hubiera sido mi vida amorosa de haber tenido miopía? La miopía, al exigir cercanía, incita a la ternura y al contacto. Al romanticismo en suma. Lo opuesto a mi condición de hipermétrope irónico. Claro que, por otra parte, debo confesar que el color verde claro de mis ojos ejerce aún sobre las damas un atractivo irresistible…



El problema es que nunca se han puesto de acuerdo la ternura y el azucaramiento del verdor claro de mis ojos con la ironía distanciante de la hipermetropía, de manera que las damas y yo de siempre nos hemos hecho un lío, pues cuando ellas se acercaban, yo me distanciaba y cuando yo me acercaba, eran ellas las que se alejaban. Lo ideal no es tener una visión del mundo sino una cosmovisión que aúne armónicamente la miopía y su inclinación por la cercanía y el detalle, (la feminidad), con la masculinidad lejana e hipermétrope de quien puede ver el bosque sin que le molesten los árboles…(Gramática del Cuerpo)

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