El mundo de la copla es el mundo metafórico por excelencia. Nada es lo que parece. En el mundo de la copla asistimos a la transustanciación de los cuerpos mediante el exceso y la hipérbole. Los cuerpos de calle se travisten de faralaes, batas de cola, peinetas y talles morenos como juncos que se descoyuntan en amores imposibles y pasiones desatadas. Son cuerpos nacidos para el sufrimiento y el gozo, para la renuncia y la entrega en una orgía de cuchillos fálicos y lágrimas a granel. No hay término medio. La virtud aristotélica es una loca que grita por las esquinas y la gramática estalla en mil pedazos contra el cuerpo de la gran hembra, la Archihembra, venerada por todo el mariconerío que la trasmuta en Madre Primordial de anchas caderas y pechos voluminosos. La hembra folklórica es una hembra que, viniendo de las cuevas del pleistoceno, hace su paseíllo triunfal por una historia llena de bandidos justicieros y marineros rubios como la cerveza para desposarse con el Gran Macho. La cueva del pleistoceno no sólo es una metáfora prehistórica sino que también hace alusión al inconsciente del macho que busca una hembra fatal que lo devore y al inconsciente de la hembra que, a través de la bata de cola, sublima la frigidez.
En la historia de una gran folklórica hay un momento supremo en que, ante los ojos de Dios y del pueblo que la adora, adquiere el estatus de Reina Madre, Acogedora Bahía y Sufridora Perpetua al mismo tiempo. Esta triada de sintagmas nominales tremendos y mayúsculos entronca directamente con los sintagmas marianos de Inmaculada Concepción, Maternidad de la Virgen y Virgen y Madre que son igual de tremendos porque, siendo también tres como la santísima trinidad, escapan por completo a la lógica de la propagación de la especie y, por ende, a la historia de la humanidad. Si los tres primeros sintagmas folklóricos sólo pueden ser entendidos a la luz del desgarro y el despecho, la única manera de aprehender los sintagmas marianos es por su relación directa con la divinidad. No en balde la Virgen fue madre inmaculada de Dios. De esa radical ruptura del sentido y la lógica nace el sintagma enfático-popular ¡La virgen! Mediante el cual se alude a una desmesura, una gran sorpresa o una cosa
fuera de lo normal....
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