Ego engolado. Dícese del actor que se quiere tanto
a sí mismo que engola su voz para escucharse mejor. Trabajar con un engólatra
es darse cabezazos contra una pared. Poseído de su voz, hará como que escucha y
mira. En realidad, el otro es una pausa innecesaria en su eterno monólogo. ¿Y
el público? No lo necesita. Él es su propio público con aplauso incorporado.
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