Downton Abbey es un culebrón fino y elegante, lleno de armonía y buenos sentimientos.
Los malos fuman, al aire libre por supuesto, mientras amos y criados viven en paz y sin lucha de
clases.
Si
uno consigue colocarse correctamente la pajarita para servir el té o para
recibir una mala noticia, es muy fácil entrar en la historia a condición de no
tener ni idea de historia, sobre todo en lo que se refiere a revueltas obreras
reivindicando librar los domingos y no trabajar doce horas al día, incluyendo
niños y mujeres.
Todo
está en su sitio. Magníficos planos, magníficos escenarios, sólidos guiones
perfectamente ensamblados a través de una trama consistente, excelentes actores
a los que resulta un placer escuchar en inglés con sus pausas y sus ritmos. Se
nota que vienen del teatro sin ser teatrales. Un auténtico gozo.
Sobre
todo cuando uno lo compara con sus homólogas series españolas, tan infumables y
cutres. Escenarios de cartón piedra, guiones repetitivos ad nauseam, tramas y
subtramas rocambolescas e insulsas y un montón de actores naufragando; Los
jóvenes, cortados todos por el mismo patrón, con sus ritmos sincopados y los
veteranos luchando por salvar los muebles.
La
enorme ventaja que tienen los ingleses al realizar series inglesas es que son
mucho más creíbles que los españoles haciendo series españolas. Y más cuando se
ponen a hacer series históricas edulcoradas, los Tudor, Downton Abbey o comedias
en las que nadie grita. Cada vez que veo una serie inglesa, siempre me digo lo
mismo:
“¡Qué
bien hacen los ingleses de ingleses en las series inglesas!”
2 comentarios:
No me gustan demasiado los ingleses. Tampoco tengo nada especial contra ellos.
Su cine y su teatro me fascinan. No pasa nada cuando pasa tanto.
Un gusto llegar de nuevo.
Un abrazo
Un gusto recibirla.Totalmente de acuerdo con su fascinación. A mí me pasa lo mismo. No sé si ha visto la miniserie de Jeckill, se la recomiento encarecidamente,Una versión moderna muy interesante del mito del doctor Jeckill and Mr Hide.
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