La felicidad comienza cuando la gran puerta
familiar queda definitivamente clausurada hasta el año que viene. Mientras
tanto un baño de sangre generosamente derramada, una orgía de dentelladas a
diestro y siniestro. El macho alfa, desde el tambaleante trono, levanta la copa
ritual y eleva al cielo la rutinaria plegaria a la par que sus envejecidas
patas reciben, como una ofrenda, su ración interminable de mordeduras. A su
lado, la gran loba madre que los amamantó sin aparentes distingos pero con sutiles
diferencias, se muestra solícita y atenta.
Es posible que, tras el intercambio de regalos y
parabienes, todos se sientan orgullosos de no haber mostrado el más mínimo
gesto que los delatara. De hecho, los besos de despedida les sirven a todos
para comprobar que sus mandíbulas se encuentran en perfecto estado
Ya en la paz del hogar, dulce hogar, comentarán
con todo lujo de detalles los pormenores de la carnicería. Tras un beso o una cópula,
se desearán las buenas noches y se prometerán a sí mismos no cenar tanto la próxima
vez.
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