Mortadela es un sustantivo de origen incierto. Unos dicen que viene de mortero y otros que de mirtatum, mirto, que se usaba en su fabricación como sustituto de la pimienta. Lo único cierto es que la humilde mortadela formó parte gramatical y sustancial de mi cuerpo cuando intenté independizarme, sin ningún éxito, del dinero de mis padres mientras estudiaba en Sevilla. Sevilla es una ciudad hermosa para pasear por su casco antiguo, uno de los más grandes de Europa. En Sevilla me harté de bocadillos de mortadela durante mi guerra particular de la independencia. En una buhardilla al lado del palacio de las Dueñas, mi cuerpo esculpió la figura bohemia del estudiante pegado a un bocadillo de mortadela como cena única. Desde la terraza también me nutría con la vista inigualable de los tejados viejos de las casas.
Gracias a la mortadela me convertí en un esteta. Aún siento un pellizco en el alma al recordar los atardeceres de primavera desde la terraza de la buhardilla, con mi bocadillo de mortadela oyendo los últimos ensayos de las bandas procesionales y los martillazos últimos de artesanos y carpinteros de los talleres de abajo. Por eso me gusta escribir en medio de la gramática musical que me procuran al unísono las teclas de mi ordenador y los sonidos de la gente que trabaja esta mañana encima del tejado de enfrente. Están levantando las tejas para impermeabilizar la techumbre mientras yo conservo el sabor reciente del café del desayuno y del bocadillo de mortadela aderezado con un poco de aceite de oliva. Desaparecido el comunismo tras el berlinazo, desaparecida de mi vida la mujer que me acompañó durante mis primeros bocadillos, ausente la hija que vino de aquellos amores, ya sólo me queda mi fiel mortadela como testigo mudo de que todo pasa y todo queda.
2 comentarios:
También en mi memoria una variedad de mortadela, la mortadela con aceitunas, está asociada a tiempos de poco comer y mucho aprender.
Entrañable entrada, no deje de probar, si vuelve a pasar por Sevilla la tostada con queso provolone y mortadela que ponen en cierto bar de la Alfalfa.
Sería una especie de evolución hacia la sofisticación del sufrido bocata de mortadela.
Reciba un abrazo.
Estimado señor Argax.
Como habrá podido comprobar Sevilla es cara a mi corazón.En la Alfalfa he comido caracoles y asistido a su pequeño mercado de animales.Me gusta mucho la Alfalfa y aprecio en lo que vale su información gastronómica que espero no olvidar cuando el destino me lleve otra vez a Sevilla.
Muchas gracias.
Publicar un comentario